Real de a ocho: el dólar español

Madrid- Aunque sólo hay dos objetos españoles en la lista, el autor se justifica afrmando que «España fue la puerta para que muchos objetos americanos e islámicos llegaran a Europa». Uno de ellos es un astrolabio judío datado entre 1345 y 1355, un instrumento que hacía accesible la suma total del saber astronómico medieval. El otro es un real de a ocho, una simple moneda que según los expertos británicos, fue trascen-dente para la humanidad. «Los españoles se habían visto atraídos por el aliciente del oro, pero lo que los volvería ricos sería la plata», sentencia el libro. La explotación de la mina de Potosí, en Perú, a partir de 1540 permitió a la realeza española pagar a sus ejércitos con plata a través de estas monedas. Era tal la expansión del imperio, que arribaron hasta Manila. De hecho, «la llegada de la plata hispanoamericana desestabilizó las economías del este de Asia y provocó el caos financiero en la china Ming», es decir, «se convirtieron en el sistema financiero mundial» o lo que es lo mismo, en lo que fue el dólar para el siglo XX, antes de que surgieran la MasterCard y la Visa. Fue tal el impacto global de esta moneda que los reales de a ocho llegaron incluso a Australia en el siglo XIX. Las autoridades británicas de entonces se quedaron sin moneda para aquel territorio, compraron las españolas y regrabaron sobre el rostro del monarca ibérico la inscripción «Cinco chelines, Nueva Gales del Sur». Pero, como sabemos, los españoles no supimos gestionar del todo bien las riquezas que nos llegaron desde el Nuevo Mundo. Así que, según nos acusan los británicos, fuimos los inventores de otro fenómeno económico que ha marcado la historia mundial de las pasadas décadas: «Pero la propia abundancia de plata acarreó una nueva serie de problemas. Incrementó la masa monetaria, de modo parecido a cuando ahora los gobiernos imprimen dinero en exceso. Y la consecuencia de ello fue la inflación». Mucho más trascendente que la fregona o los chupa-chups...