Estreno

«El padre de mis hijos»: La vida y nada más

Dirección y guión: Mia Hansen-Love. Intérpretes: Louis-Do de Lencquesaing, Chiara Caselli, Alice de Lencquesaing. Francia, 09. Duración: 100 min. Drama.

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Cuando esta película se rompe por la mitad, no sabemos mucho de su personaje principal, Canvel, productor de cine francés vagamente inspirado en Humbert Balsan, a su vez productor de, entre otras, el «Manderlay» de Von Trier que murió repentinamente en 2005. Lo pillamos «in media res», siempre en movimiento, como si se dirigiera a un funeral al que llega tarde cuando en realidad siempre está escapando de su propia vida. Sabemos que está pegado a un cigarrillo que nunca termina y a un móvil que nunca desconecta, sabemos que su pequeña productora está en la ruina, que los acreedores le persiguen, y que su familia es encantadora. Pero no conocemos nada más que su presente, y es mérito de Hansen-Love que su desaparición del relato, tan lógica como brusca, nos deje devastados. Love parece haber aprendido la lección de su pareja y mentor, Olivier Assayas, director de esas «Horas del verano» con las que «El padre de mis hijos» haría buenas migas en un programa doble. Más allá de su insólito retrato del negocio del cine desde las oficinas de producción, mediatizado por créditos, hipotecas y cineastas neuróticos, la película alcanza su dimensión más emocional hablando de la herencia, de la necesidad de liquidar las huellas del pasado para reconvertirlas en alimento para el futuro. El «Qué será, será» de Doris Day sirve como banda sonora de la última secuencia del filme: es un modo bello y humilde de regalarles a los personajes un mundo lleno de posibilidades.