Congo
Tintín apto para niños
No es la primera vez que el famoso reportero belga recibe acusaciones de racismo, pero ahora necesita un abogado para impedir su expulsión del Congo o de las estanterías de literatura para niños de las bibliotecas.
Tras tres largos años de batalla contra las ediciones Moulinsart, que gestiona los derechos mundiales de la obra de Hergé, Mbutu Mondondo Bienvenu ha conseguido que el asunto llegue a los tribunales belgas.
«Quiero que este album deje de estar a la venta, sea para niños o para adultos. Es un libro racista, repleto de propaganda colonialista. Es inadmisible que Tintín pueda gritar a unos aldeanos a los que se fuerza a trabajar en la construcción de una vía férrea o que su perro Milú les tache de vagos». Y, en efecto, choca ver al reportero y a su perro Milú indignados con unos congoleños que no ayudan a enderezar una locomotora, sobre todo sabiendo lo que sabemos hoy: los diez millones de víctimas del Rey Leopoldo II y sus servidores en el Congo. Víctimas que fueron sometidas a trabajos forzados, latigazos, mutilaciones. Víctimas que construyeron la vía férrea y recogieron caucho y marfil como esclavos. Víctimas que trabajaron porque las fuerzas de seguridad secuestraban a sus familias para obligarles a trabajar y obtener una cuota mínima. Trabajos que, por otra parte, Tintín parece hacer sin ningún problema: transporta sin dificultad colmillos de un elefante cazado con anterioridad y saca caucho de los árboles.¿Racismo o retrato de la mentalidad de una época?Moulinsart no entiende la renovada polémica. Hergé, 40 años después de haberlo escrito, se disculpó asegurando que se trataba de una obra ingenua que hay que situar en el contexto de los años 30, cuando todos los belgas estaban convencidos de que hacían un muy buen trabajo en África. «Me alimentaba de prejuicios del medio burgués en el que vivía... Estábamos en 1930. No conocía del país más que lo que contaba la gente en aquella época: que los negros son niños grandes, ¡menos mal que estamos aquí!, decían. Así que los dibujé, a esos africanos, de acuerdo con esos criterios, en el más puro espíritu paternalista que reinaba entonces en Bélgica», explicó el artista.En estas palabras podría estar la solución, una explicación del contexto que incluyera incluso la justificación del creador de Tintín y una advertencia de que el contenido del album puede resultar ofensivo. No sería sorprendente: la versión inglesa ya lo hace.Pero, ¿es realmente ofensivo «Tintín en el Congo»? Sus defensores recuerdan, además de la época en la que se escribió/dibujó (la caza y el trato a los animales también son fieles a la colonización), que se trata de un cómic y que los personajes de Hergé -católico, conservador, burgués- son caricaturas, pero no sólo en la aventura del periodista en el Congo, la segunda después de «Tintín en el país de los Soviets», sino en todas las aventuras. Ya se sabe, los malos son muy malos y los buenos, muy buenos. Y los personajes son, una vez más, reflejo de las ideas de la colonización: el hechicero para mostrar el fetichismo, el misionero, para alabar la labor cristiana en el Congo, el blanco (Tintín) protector y «salvador»...Sus detractores, sin embargo, no consideran que la época sea una excusa, en la medida en que otros escritores dieron ya entonces una visión diferente del colonialismo. Lo cierto es que el retrato que hace el dibujante belga de los congoleños es el de unos niños grandes, y Tintín es la viva imagen del paternalismo. Él soluciona todos los problemas y se convierte incluso en el rey de dos tribus enfrentadas. Con la ayuda de los inventos de la época, da lecciones a todos los ingenuos negros que se cruzan en su camino. También es llamativo que ninguno hable bien francés aunque sí han leído los artículos de Tintín y le reconocen allá donde va. Un Tintín valiente acompañado de un Milú que tampoco duda en llamar cobarde a un niño. Un perro que, por otra parte, habla un perfecto francés.La profesora Marie-Rose Maurin Abomo llega a la conclusión, en un estudio sobre los clichés de «Tintín en el Congo», que le parece difícil hablar de racismo, incluso si todo lleva a creer lo contrario. «El lenguaje del dibujo seguramente ha llevado al extremo un punto de vista paternalista porque, no lo olvidemos, Hergè es ante todo un artista».Un artista que revisó y corrigió el álbum cuando se pasó a color, 15 años antes de que el Congo obtuviese la independencia. Uno de los cambios «obliga» a Tintín a dar una clase de matemáticas en vez de una interrumpida clase de geografía que hablaba de "Bélgica, vuestra patria"a un atento grupo de colegiales congoleños. Nada extraño. Muchos africanos de los países colonizados por Francia recuerdan las lecciones sobre «sus» antepasados los galos.Quizá Tintín, como tantos otros libros, no debería dejarse en manos de los niños sin explicaciones de un adulto.
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