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La difícil UE por Rogelio Pérez-Bustamante

La Razón
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Cuando acabó la Segunda Guerra Mundial, las naciones europeas que habían sufrido pérdidas humanas y materiales incalculables tomaron la decisión de crear organizaciones de cooperación para afrontar en conjunto por la vía de la intergubernamentalidad la reconstrucción militar, económica y política y finalmente la propia Unión, tal como se planteó por vía comunitaria en la Declaración de 9 de mayo de 1950, de la que germinaron los Tratados Fundacionales de las Comunidades Europeas.

De allí se pasó al gran desafío que supuso el Tratado de la Unión o de Maastricht, por el que se construía una Unión Política y una Unión Económica y Monetaria, pero en esta última no entraron todos los países –por ejemplo Gran Bretaña quedó fuera–, ni tampoco estuvo bien hecha porque concluyó en la moneda única, pero no en una política económica común. La crisis financiera actual y la consecuente crisis económica han obligado a los países fundadores (Sarkozy ha dicho que por responsabilidad) a proponer a este Consejo Europeo de 9 de diciembre una constitucionalización de esta Unión Económica, en concreto una política presupuestaria común, una política común de austeridad del gasto, y una política fiscal común y así se lo hicieron saber al presidente del Consejo Europeo en una carta que concluye solicitando que el nuevo tratado esté listo para marzo de 2012. 23 de los 27 países que conforman la Unión van a firmar este tratado, cuatro quedan fueran, pero no pasa nada porque ya estaban fuera. Lo que no puede seguir sucediendo es que una construcción deficiente en materia económica ponga en riesgo la propia construcción política y jurídica de la UE. Cierto es que se cede soberanía, pero los Estados europeos llevan cediendo soberanía desde la construcción del Mercado Común, o si se quiere, desde la propia Declaración Fundacional del 9 de mayo de 1950.

Rogelio Pérez-Bustamante
Titular de la Cátedra Jean Monnet en la Universidad Rey Juan Carlos