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Doña Letizia riñó al autor de «la Susi» por Jesús Mariñas

Joaquín Cortés recibió la Medalla al Mérito en las Bellas Artes
Joaquín Cortés recibió la Medalla al Mérito en las Bellas Arteslarazon

No dejan de contarlo buscando la precisión en el detalle de lo ocurrido hace cuatro días durante la ceremonia de entrega de las Medallas al Mérito en las Bellas Artes. Estos premios siempre generan polémica, aunque en este caso no se cuestionó la calidad profesional del distinguido como le sucedió en la edición anterior a Francisco Rivera, que se enreda más con las faldas que ante los morlacos. Rosana Torres y Peláez bajaron del tren alucinados con los despropósitos que escucharon a lo largo del viaje del prepotente Joaquín Cortés y que ha hecho de la descortesía su santo y seña, así como el descenso de la calidad de sus bailes. Qué distinto del que conocí en «Zambra», en los sótanos del Hotel Wellington, cuando formaba quinteto con Antonio Canales y los hermanos Reyes. Bailaban ante Curro Romero, Lola Flores y Gina Lollobrigida, la que por lo visto podría querellarse con el inefable Pitito Gamir porque aseguró que su pelucón tenía piojos, y él sabe de eso porque ha usado bisoñé toda la vida. La italiana se encaprichó del entonces joven Cortés que ni la miró y optó por el más rotundo y masculino Canales con el que abandonó el local. Ella ya había vivido un romance con Gades que yo mismo presencié en el «Pippers» romano cuando Bocaccio organizó uno de sus viajes.

Volvamos al presente, a la cita jerezana con la ministra de Cultura y a la que, por primera vez, asistieron los Príncipes de Asturias. Eduardo Mendicutti formó grupo con varios colegas que comentaban cómo, acaso deslumbrada, Doña Letizia no les miraba a la cara cuando les saludó.

Cuando le otorgaron la Medalla a Mendicutti, la Princesa demostró lo poco que le satisfacen las singulares aventuras veraniegas de «la Susi». Es ocurrente y nada humillante. Pero ella no lo entiende y por eso no dejó de reñir al escritor que intentó explicarse. Él, no buscaba defenderse dada la intrascendencia de las agudas crónicas estivales, en especial, las centradas en la olla a presión que es el Palacio de Marivent. Son ingeniosas y tienen el punto justo de malicia. En ocasiones, parece que «la Susi» forma parte del servicio, por lo bien informada que está. Tal vez fue eso lo que irritó a la Princesa, bastante acostumbrada a encajar y pasar por alto numerosas indirectas. Confío en que Susi siga arreando.