Ministerio de Sanidad
Anticoagulantes Dr Vicente BERTOMEU*
Estos últimos años estamos viviendo una revolución en el tratamiento de algunas enfermedades cardiovasculares, especialmente en el de la fibrilación auricular, con la aparición de nuevos fármacos anticoagulantes (dabigatran, rivaroxaban y apixaban), que surgen para dar respuesta a las limitaciones de los clásicos anticoagulantes antivitamina K. Estos medicamentos han superado con éxito los procesos de aprobación y de autorización, cuentan con el suficiente aval científico de eficacia y seguridad y existen diversos consensos, uno por cada comunidad autónoma, además de uno elaborado por la Agencia Española del Medicamento, así como una actualización en las guías europeas de práctica clínica, que recomiendan el uso de estos nuevos anticoagulantes, especialmente entre pacientes que no están bien controlados con la medicación actual, los que han sufrido alguna hemorragia o un accidente cerebrovascular a pesar de estar tratados con anticoagulantes clásicos y los que tienen un alto riesgo de sangrado.
Ante este panorama, parece evidente que los médicos deberíamos tener facilidades para poder administrar este tipo de medicación a los pacientes que la necesitan, pero la realidad es bien distinta. En la actualidad existe una penetración muy baja de estos anticoagulantes. Esto es debido a que las autoridades sanitarias sólo están teniendo en cuenta los costes a corto plazo, ya que los medicamentos clásicos son mucho más baratos en esta etapa, en lugar del beneficio a medio y largo plazo que supondría en el Sistema Nacional de Salud el mejor control de estas enfermedades, en concreto con la reducción de los episodios de ictus y la reducción de sangrados que con frecuencia necesitan atención hospitalaria. Los médicos tenemos un compromiso ético con los pacientes, debemos darles el tratamiento que les sea más indicado. Desgraciadamente, nos encontramos en una encrucijada, ya que existen elementos externos que nos impiden ofrecerles la mejor alternativa. Administrar o no un fármaco debería depender únicamente de la decisión tomada entre el médico y su paciente, ya que por Ley los responsables de la prescripción de los fármacos somos los médicos y no otros entes.
Aún así, también tenemos un compromiso como gestores sanitarios, y debemos usar de forma adecuada los recursos. Por eso, desde la Sociedad Española de Cardiología insistimos en que es necesario seguir los documentos de consenso que han sido aprobados por la Agencia Española del Medicamento o las diferentes CC AA, ya que delimitan bien a qué pacientes debemos administrárselo, lo que a la larga beneficiará a las cuentas sanitarias. Si la reducción del gasto farmacéutico no se realiza de la forma adecuada, podemos aumentar el gasto sanitario. Para conocer la situación real de nuestro país, la SEC realizará el próximo año un estudio para analizar la eficacia de estos nuevos anticoagulantes en el tratamiento de la fibrilación auricular, así como el coste real de estos frente a los clásicos.
*Presidente de la Sociedad Española de Cardiología
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