Presentación

«Con las cuevas bioclimáticas se ahorra un 70% de energía»

Cuando Carlos Sánchez y su mujer tuvieron que ampliar las instalaciones del hotel optaron por hacer cuevas semienterradas que permiten una temperatura estable de 20 ºC durante todo el año 

026sal22fot100
026sal22fot100larazon

Recuperar el modo de edificar del pasado puede ser una excelente fórmula para conseguir objetivos tan diferentes como la eficiencia energética, la innovación y la diferenciación en el mercado. Es el caso del hotel rural Las Nubes, en Albalate de Zorita (Guadalajara).
Ante la necesidad de ampliar las instalaciones, la opción, en vez de agrandar el edificio central, fue hacer nuevos alojamientos en unas cuevas semienterradas. «La idea nació, –explica Carlos Sánchez, su propietario, junto con su esposa Sol Negrillo–, tomando unos vinos entre amigos, en una de las muchas bodegas hechas en cuevas que hay en los pueblos de alrededor. Entrabas en ellas y de una temperatura exterior de 35 °C, pasabas a 20 °C. Era tan agradable que pensé ‘‘por qué no hacer algo así''. El resultado son 12 cuevas bioclimáticas, que tienen una temperatura de 20 °C estable en invierno y en verano, lograda simplemente aplicando técnicas de construcción. Bajo el suelo de cada una hay un espacio, un sótano, que acoge una masa de aire. En invierno es más cálido y se filtra a la habitación por unas rejillas. Para que haya circulación, las estancias tienen un tragaluz con un respiradero. En verano el ambiente es fresco, porque ese mismo aire del sótano está a menos temperatura y empuja el aire caliente hacia el respiradero. Es un principio similar al de la geotermia». Según sus cálculos, con este tipo de construcción ahorran «entre un 60 y un 70 por ciento de energía, frente a un sistema convencional. Y por si alguien lo necesita, hay sistemas complementarios de climatización. Además, están dotadas de equipos solares para calentar el agua y de un sistema de fosas donde se recogen las aguas grises que, tras filtrarse, se emplean para regar», añade.

Integrada en el entorno
No es que fuera un proyecto fácil, «los trámites burocráticos llevaron muchísimo tiempo», ni barato «al excavar aparecieron zonas de roca y el presupuesto se disparó»; si bien, a cambio «unos arquitectos especializados en construcción sostenible hicieron posible la idea». Porque Sánchez «quería hacer una cosa nueva, con el menor impacto visual, integrada en el entorno». El caso es que, desde que inauguraron las cuevas bioclimáticas, «los clientes las prefieren a las habitaciones del edificio antiguo. Porque son muy cálidas: las paredes están acabadas en yeso, los muebles son de obra y las maderas están tratadas con aceite de teca, sin barnices». Como complemento, la cocina se surte de un huerto ecológico.
Para Sánchez su apuesta tiene un significado más: «estamos a pocos kilómetros de la central nuclear de Zorita y de Yebra, que se propuso para acoger el ATC. Con este proyecto queríamos demostrar que se puede ofrecer alta calidad con un consumo mínimo de energía, que es un recurso que hay que ahorrar».