![Bahía de Genoveses, en el parque natural de Cabo de Gata-Níjar](https://fotografias.larazon.es/clipping/cmsimages01/2020/06/26/411AF869-DDC3-4A80-BBE0-237E0BE086F6/66.jpg?crop=480,480,x400,y0&width=150&height=150&optimize=low&format=webply)
Teatro
Las estrellas aún llenan los teatros por Jesús MARIÑAS
No sorprende ya que los teatros de ópera no anuncien en cartelera qué divos protagonizan el espectáculo.
![Nuria Espert arrasó con «Violación de Lucrecia» de Shakespeare](https://fotografias.larazon.es/clipping/cmsimages01/2019/08/22/EE210A49-B3A5-4D4E-B56A-9C8A2669284C/98.jpg?crop=600,338,x0,y29&width=1900&height=1069&optimize=low&format=webply)
Resulta curioso porque siempre se acudía «para oír» grandes voces como las de Callas, Tebaldi, Caballé o Plácido. Publicitan los montajes aunque no sean espectaculares y uno se queda dudando cuando repasa la programación. Las estrellas parecen pertenecer a otro tiempo mucho mejor. A los anales también pertenecen los repartos de comedia donde la figura iba por delante del título. Luego vino la moda del casi anonimato o de anunciarlos por orden alfabético. Tiempos aquellos en que la compañía María Guerrero que dirigía José Luis Alonso, o la Lope de Vega de Tamayo, llevaban a los mejores nombres de la escena: María Dolores Pradera, Ferrandis, Bódalo, Asunción Sancho, Guillermo Marín, Lemos o la Valdés. Tenían tirón, se les veía a ellos y, consecuentemente, a la obra.
Las actuales compañías nacionales ejercitan esa especie de semi-anonimato y tan sólo Flotats aparece anunciado a bombo y platillo. Yerran con esa política ocultadora de calidades en favor de algo igualitario o uniformador. Dos ejemplos recientes de triunfo escénico lo demuestran: Nuria Espert y su «Violación de Lucrecia» y Al Pacino haciendo en Brodway «El mercader de Venecia». Siguiendo la vieja costumbre, encabezan la cartelera como máximo atractivo. Y abarrotan porque todavía subsiste en el público un respeto hacia la figura o el relumbrón. La catalana «madrileñizada» llenó en su dilatada temporada del Español, además de tener las mejores críticas de su carrera. Y lo mismo ocurre con la actuación de Al Pacino: mientras los musicales espectaculares de copioso reparto se ven por 126 doláres la butaca, hay que pagar 141 para ver a un actor que reinventa al judío de Shakespere. Recrea al clásico y el montaje cuelga cada día el «no hay billetes». No tiene parecida suerte Patti Lupone con «Mujeres al borde de un ataque de nervios» ya en retirada o «Little Night Music», donde hace meses vi a la mítica Angela Lansbury y ahora reemplazada con menos éxito por Bernadette Walters, siendo el personaje de Catherine Zeta-Jones para una actriz casi anónima.
Aunque por aquí creamos lo contrario, uno va al teatro por el protagonista y, si luego se tercia, a encandilarse con el montaje. Da lo mismo que Lola Herrera haga alta comedia o esas «Cinco horas con Mario» que Samano repone creyendo más en el texto que en aquella interpretación de la vallisoletana. Y si no, al tiempo.
✕
Accede a tu cuenta para comentar