ERE
Egoísmo y subversión por Agustín de Grado
La democracia es un régimen de opinión pública. No se agota votando una vez y callando los próximos cuatro años. Los gobiernos cometen errores, pierden por el camino la confianza ganada en las urnas y, cuando llega, la protesta callejera puede estar justificada. Pero cuidado con trasladar la representación de la voluntad general a la calle, como pretende la izquierda cada vez que no gobierna. Una cosa es la protesta democrática. Otra muy distinta, la subversión a la que están convocando estos sindicatos transformados en mamporreros siempre de la misma opción política. ¿Les recuerdan erosionando la legitimidad del Gobierno socialista cuando Zapatero se convirtió en el primer presidente de la democracia que redujo el sueldo a los funcionarios? El recorte fue del 5%; la extra de Navidad supone el 7,1%. Dos puntos y la algarada que no se desató entonces ya está en marcha con la «espontaneidad» habitual de cuando la izquierda tira de manual para la agitación callejera. Los sindicatos abrevaban en suculentas subvenciones mientras el Gobierno socialista sembraba de paro y miseria la geografía española. Sublevan ahora a los afortunados de tener un trabajo fijo que pagan todos los españoles por pedirles un ajuste que se está haciendo también en las empresas privadas (o en el mismo PSOE, que ha bajado un 25% el sueldo de sus empleados para evitar los despidos). Las manifestaciones de ayer fueron una ilustrativa demostración de solidaridad. Y, por qué no decirlo, de patriotismo. Seis millones de compatriotas sufriendo en silencio la condena del paro, dos de ellos ya sin ningún tipo de subsidio, y quienes gozan de la estabilidad de un empleo público incendian la calle con su ira egoísta frente a un Gobierno que, errores aparte, en este caso sólo pretende esquivar los despidos con una reducción de sueldos. Es España. Y así nos va.
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