Montevideo

La cuidadora ya había intentado suicidarse

Gabriela Baravrán Hanitzcsh, la presunta autora del triple crimen en un centro de menores de acogida el pasado lunes en la localidad vallisoletana de Boecillo, ya había intentando quitarse la vida, en otra ocasión, hace un par de años. Así lo reveló ayer su marido.

Graciela Baravrán tenía esta imagen en su perfil de una red social
Graciela Baravrán tenía esta imagen en su perfil de una red sociallarazon

En el mismo instante que se estaba celebrando una concentración silenciosa en el municipio en el que se produjeron los hechos, esta mujer, de 55 años y de origen uruguayo aunque con DNI español, declaraba ante el juez, en el módulo de Vigilancia Penitenciario del Hospital Clínico Universitario de Valladolid. Aseguró que no recordaba nada de lo sucedido. Tampoco se responsabilizó en de la muerte de los tres menores.

Lo que sí dejó claro es que su único empeño era «quitarse la vida», según informaro fuentes policiales. Seguidamente el juez encargado del caso ordenaba prisión sin fianza para la monitora una vez reciba el alta médica.

Cinco años con los menores
Gabriela Baravrán llevaba cinco años trabajando en centros de acogida –cuatro años en Valladolid y uno en Boecillo– y jamás había tenido una baja por depresión o ansiedad ni se había detectado en ella ningún síntoma de enajenación. Se da la circunstancia de que su hija es una trabajadora y organizadora de Mensajeros de la Paz en la capital vallisoletana, como confirmaba a este periódico el propio presidente de la asociación, el padre Ángel.

Graciela Baravrán está conectada a las redes sociales y cuenta con un perfil en Facebook y otro en Netlog, en el que informa que tiene 55 años, reside en Ávila, realizó estudios en el centro Juan Zorrilla de San Martín en Montevideo y que su profesión es la de trabajadora social.

El Padre Ángel, presidente de Mensajeros de la Paz, la ONG que gestionaba el centro, explicó a LA RAZÓN que a su juicio no se trata de un «homicidio compasivo» y atribuyó la tragedia, una vez más a un «ataque de locura». Por ello, se mostró dispuesto «a ayudar en todo lo que pueda» a la presunta asesina «aunque pueda sonar mal». El padre Ángel también tuvo palabras de elogio para la labor que día tras día realizan las cuidadoras de estos niños discapacitados, y destacó que es una tarea «vocacional. Nuestra gente, además de ser trabajadora y muy profesional, tiene un corazón tremendo, y eso, hoy en día es algo impagable», declaró.

«En estos momentos difíciles, desde Mensajeros de la Paz, decimos que hay que seguir creyendo en Dios y en la gente. Y yo creo en ellos, aunque a veces alguien pueda tener un arrebato como éste. Es algo tremendo...», señalaba el fundador de esta Asociación sin poder completar la frase.

Lo que sí confirmó es que la situación laboral de las trabajadoras es óptima y que en ningún momento se había planteado despido alguno. Algo que confirmaba la consejera de Familia de Castilla y León, Milagros Marcos, quien declaraba que este centro se abrirá de nuevo «cuando pase un tiempo prudencial», para seguir ayudando a cualquier niño que necesite este servicio.
«Un hecho puntual no hace que tengamos que poner en duda todo el sistema», confirmaba.
Los niños estaban atendidos en un centro especializado de la Junta, gestionado por Mensajeros de la Paz y con el patrocinio de la obra social de Caja Madrid, en el que trabajan siete monitores.

En trámites de adopción
Los tres menores discapacitados que han perdido la vida asfixiados tenían minusvalías de hasta el 90 por ciento e iban en silla de ruedas. El más pequeño de todos, Daniel G. C., de tres años, originario de Salamanca, había ingresado en el centro a los pocos días de nacer, tras haberse retirado la custodia a los padres. Se da la circunstancia de que una de las extrabajadoras del centro se encontraba en trámites para la adopción de este niño. Daimer E. Q., de nueve años, era natural de Guinea Ecuatorial, y Miguel Ángel S. C., de 14 años y de Burgos, llevaba más de nueve años en las dependencias.

Por otro lado, el presidente de Mensajeros de la Paz, aseguró que otro niño discapacitado, David, un compañero de Daniel, Damier y Miguel Ángel, fue acogido hace seis meses por una monitora que había trabajado para Mensajeros de la Paz.

Ésta no es la primera tragedia que sufre la institución. En 2003, un joven magrebí de 19 años torturó y estranguló a una educadora social que trabajaba con la ONG. En su huida apuñaló a un taxista y fue detenido cuando tuvo un accidente.


El futuro del centro, en el aire
La consejera de Familia e Igualdad de Oportunidades de la Junta de Castilla y León, Milagros Marcos, y el alcalde de Boecillo, Pedro Luis Díez Ortega, abogaron por la continuidad del centro de acogida en el que residían los tres niños presuntamente asesinados por una de sus cuidadoras, mientras que el fundador de Mensajeros por la Paz, el Padre Angel, ha preferido dar tiempo a esa decisión.


LAS TRES VÍCTIMAS
Daniel G. C.
Tres años
Natural de Salamanca, había ingresado en el centro pocos días después de nacer. Se les había retirado la custodia a sus padres, con problemas graves de drogas. Iba a ser acogido por una ex monitora del centro.

Daimer E. Q.
Nueve años
Era originario de Guinea Ecuatorial.

Miguel Ángel S. C.
Catorce años
De Burgos y llevaba nueve años viviendo en el centro de acogida de Mensajeros de la Paz.