España
España un asilo
En apenas una década el 20 por ciento de los españoles tendrá más de 65 años, lo cual no significa que España vaya a ser un asilo. Al contrario, se trata de una gran noticia. Eso quiere decir que han mejorado nuestras esperanza y calidad de vida. La ancianidad aporta sabiduría, libertad, una prosperidad diferente. Pero hay una parte preocupante que debemos afrontar: la tasa de dependencia se triplicará en España en las próximas décadas. Lo que tenemos que hacer es ocuparnos de sus efectos familiares, sociales y económicos. No podemos convertir la ancianidad en un problema, porque no lo es. Redefinamos ya el papel del Estado para afrontar este descenso de la población. Replanteémoslo en el único terreno posible, que es el de la solidaridad. Lo repito: la vejez no es un problema. Lo que verdaderamente importa es conseguir entre todos que esa vida más prolongada que por suerte vamos a tener –que estamos teniendo ya– la vivamos mejor, en plenitud. El envejecimiento no es uno de los periodos más difíciles de la vida. Al contrario, puede ser uno de los más satisfactorios. La vejez, en fin, sólo les llega a los bienaventurados de verdad. Hacerse mayor es un don, no un lastre. Pero hay que envejecer desde el convencimiento de que se trata de una de las mejores etapas del vivir. De un tiempo en el que nos aguarda lo mejor. Lo último de la vida, meta de lo primero.
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