Madrid Arena

Minuto a minuto en el pasillo de la muerte

A través de testimonios de asistentes en la fiesta, LA RAZÓN reconstruye la noche del horror

Una joven en el momento de ser evacuada del Madrid Arena por los efectivos del Samur
Una joven en el momento de ser evacuada del Madrid Arena por los efectivos del Samurlarazon

MADRID- Desde hacía semanas, la «Thriller Music Park» estaba considerada en la red como el «mayor fiestón de Halloween» que se celebraba en la capital. Las copas no estaban incluídas, pero la presencia del estadounidense Steve Aoki compensaba los 25 euros de la entrada. Un asistente auguró en la víspera, a través de Twitter, que «el Madrid Arena se iba a quedar pequeño». Desgraciadamente, su previsión se convirtió en una trágica realidad. Fundamentalmente para Katia, Rocío, Cristina y Belén y también para sus familias y amigos.

«A las doce entramos sin agobios. Sí pasaron algunos filtros de seguridad»
Las cinco puertas de la sala abrieron a las once de la noche. A esa hora todavía reinaba la calma en los accesos al recinto. En las inmediaciones, centenares de grupos de amigos hacían botellón. Los teloneros de Aoki calentaban motores. Javier y sus amigos, ex alumnos todos ellos del instituto de Rocío y Cristina, entraron sin problemas: «Se nos retiró la entrada, pero nosotros sí pasamos por varios filtros de seguridad».

«En cuanto empezó Aoki, la planta baja se llenó. Había gente con porros y drogas de todo tipo»
Los problemas llegaron pasadas las tres de la madrugada. La actuación previa al ansiado «show» de Aoki llegaba a su fin y minutos después varios centenares de personas burlaron los tornos de entrada. La afluencia de gente era tal que los controles de seguridad no pudieron aplicarse a partir de entonces. «En cuanto empezó su actuación, la planta baja se llenó de gente, era un agobio había gente fumando porros, tomando drogas» reconoció una joven a la mañana siguiente. Ya no hubo cacheos, no se registraron los bolsos, no se pidieron las entradas, ni se chequeó que los asistentes tuvieran al menos 18 años. Hubo grupos de hasta una decena de personas que entraron con el mismo tique.

«En la zona central había por lo menos 20.000 personas y no exagero»
La indignación que manifiesta la mayoría de los testimonios que estuvieron en la sala se refiere al exceso de aforo. «Allí había, por lo menos 20.000 personas y no exagero nada», asegura Loreto. «Había demasiada gente, y por sus caras muchos eran menores de edad», añade Silvia. Esta joven madrileña convenció a parte de su grupo de amigos para abandonar la parte central del piso inferior: «Estaba claro que cada minuto que pasaba estábamos más juntos y decidimos retirarnos hacia uno de los laterales. Queríamos seguir disfrutando, pero pensamos que era más seguro estar cerca de una puerta».

«Allí no había gente para echarnos una mano. Parecía la guerra»
Mientras en el exterior los policías municipales no recibían ninguna notificación por parte del personal de seguridad de que la aglomeración de personas constituía «una bomba a punto de explotar», en el interior, era más que evidente que la planta baja ya estaba desbordada. El agobio provocó que jóvenes como Loreto intentaran llegar hasta una de las salidas de la planta inferior. Varios operarios de seguridad se lo impidieron. Buscó la siguiente vía de escape y se encontró de lleno metida en la avalancha. «Pasé verdadero miedo, había gente llorando y pidiendo ayuda y ahí no había nadie para ayudarnos a salir, parecía una guerra» recuerda la joven. Javier y Guillermo también decidieron que la fiesta para ellos había acabado. Vieron desde lejos que cerca de una puerta los jóvenes caídos se agolpaban unos sobre otros: «Advertimos a los guardias de que si no actuaban rápido moriría alguien».

«No me sueltes que me estoy muriendo»
A Dani, el tapón también le sorprendió en el fatídico vomitorio. Según el relato de este chaval de 19 años de Alameda de Osuna, lo que sucedió allí fue algo muy parecido, «aunque a lo bestia», a lo que sucede en los sanfermines cuando hay una caída a las puertas de la plaza. Los empujones, las caídas y la ansiedad se agravaron con el estruendo de artefactos y con el lanzamiento de bengalas. «Entonces se escucharon varias explosiones y eso asustó más a la gente». Pasadas las horas, la Policía también encontró restos de explosivos en el «pasillo de la muerte». Los que, agobiados, querían salir se encontraban con los que, tras colarse, entraron. En esa marabunta, las cinco chicas fueron aplastadas. «Mi hijo todavía tiene en la cabeza la imagen de la gente aplastada en el pasillo». Muchos de los jóvenes trataron de ayudar a la gente que estaba en el suelo. Jesús fue uno de ellos. «Hubo una chica que me agarró del pie, pero la presión de los que venían detrás me impidió ayudarla. Gracias a Dios luego pude verla en el exterior del recinto. Estaba asustada pero bien. Otros testigos han relatado en estos días los momentos de pánico que se vivieron. Había gente que gritaba: «No me sueltes que me estoy muriendo».

«Vimos que atendían a una chica en una de las barras»
Dos de las víctimas intentaron ser reanimadas sin éxito en el botiquín del Madrid Arena y una tercera perdió la vida en la ambulancia camino del Clínico. Un camarero llegó a hacer maniobras de reanimación sobre una de las barras de copas a una de las chicas. Belén, la menor que falleció ayer y a la que los efectivos de emergencias consiguieron revertir la parada cardiorespiratoria, recuperó el pulso, pero su estado seguía siendo muy crítico. Muchos asistentes se enteraron de la tragedia al llegar a casa. La gente, como afirma Andrés en su twitter, «seguía bailando». Y es que a pesar del drama, el «show» continuó hasta el final.