Literatura
La autobiografía de Cayetana a la venta el 11 de octubre por Jesús Mariñas
La vida parece un guión de cine y tiene esas cualidades: porque hace nueve meses, cuando Espasa Calpe tuvo la idea de publicar una autobiografía sobre la Duquesa de Alba, nadie sabía cuál sería su futuro sentimental ni el de Alfonso Díez, que el 5 de octubre repetirá el chaqué gris que estrenó para la boda de Rafael Medina
Las quinientas páginas de la biografía, que salen a la venta el 11 de octubre, se las presentaron anteayer a Cayetana tras más de medio año vertiendo recuerdos en un magnetofón. Lectura en Liria durante un atardecer glorioso y soleado, abierta la terraza del verde dormitorio ducal, siempre tutelada por Carmen Tello. La Duquesa sale airosa en estas páginas, después de una hagiografía creíble de Concha Calleja y otra muy deformadora e inexacta de María Eugenia Yagüe, que del amor pasó al odio. En su texto largó cuentos increíbles como un posible romance con Curro Romero o que Felipe González podría ser su hermanastro. Todavía no entiendo por qué la Duquesa no se querelló ante semejantes infundios que ningún documento respalda.
Ahora, quinientas páginas repasan su intensa vida. «¡Ay, he olvidado contar lo de Montserrat Caballé, Alfredo Kraus, Antonio Ordóñez y Pepe Luis! Tengo que añadirlos porque son muy importantes en mi vida; Montserrat actuó aquí en varios conciertos benéficos», observó detallista la aristócrata tras llorar en tres momentos al evocar a su padre y la reconstrucción palaciega «que es mi mejor obra», reconoció ante los tres representantes editoriales que con un trío de académicos de la Lengua, gente de confianza para José Manuel Lara, encontraron óptimo el resultado desahogador de sus vivencias.
Cayetana es un archivo viviente y su libro está llamado a ser «best-seller». Supone muchas precisiones, más de una aclaración y buen repaso a un corazón siempre joven: habla intensamente de Luis Martínez de Irujo, con devoción de Jesús Aguirre, y se apasiona con Alfonso, ya en capilla. Bajo el título «Yo, Cayetana», la autobiografía será el auténtico retrato no sólo personal, sino evocador de un tiempo, una aristocracia y unos modos.
Ella es ejemplo viviente de adaptarse a las circunstancias sin doblegar su estilo y personalidad, y lo mismo reconoce que «nunca dejo que se sienten en los muebles palaciegos porque nadie lo haría con la decoración del Museo del Prado», como habla de su colorista indumentaria. Los Lucchino le presentaron varias telas pero ella, divertida, mantiene secreto sobre el tono pastel del traje en organza, a media pierna. Mientras, la madrina se vestirá de rojo Valentino, buen contraste a la mantilla blanca no reglamentaria. «Pero así lo desea la novia porque le parece más alegre», aclara Tello
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