Roma
Algún «Benladen» en el Real luces y ninguna guerra en la Feria
Al nacer, el cerebro humano ya cuenta con 100.000 millones de células. Equivale a las estrellas de la Vía Láctea. En el Real, los astros, caprichosos y volátiles, como los volantes de lunares, tienden a esconderse cuando vienen nubes negras.
Y 22.000 luminarias hacen las veces de estrellas en la portada, cuando, a la hora bruja y tras el «pescaíto», daba comienzo, oficial –paraguas en mano, por lo que pueda pasar–, la Feria (que fue) de Abril, en pleno mayo. El azar, el Nobel de la Paz o quién sabe si las estrellas quisieron ayer que la mayor industria sevillana, unida a la Semana Santa, arrancara el día en que la más potente industria mundial –la armamentística– se cobrara, dicen, la más preciada de sus piezas. Una muesca en el revólver con caracteres arábigos.
«Ben Laden no está muerto. Ben Laden está en la Feria» y «dicen que la juez Alaya lo investigaba por acogerse a un ERE fraudulento», se dejó oír en Los Remedios. «Pasa la vida, pasa», como la sevillana. La última vez que le dicen a «Alfredito» (Sánchez Monteseirín) aquello de «dale al botoncito» para encender la portada, con parejas robándose besos «a la luz de las bombillas». La imagen de Times Square entre el marinero y la enfermera, a las sevillanas maneras. El día, también, en que cayó Henry Cooper, el boxeador que con su gancho de izquierda hizo besar la lona a Alí.
Los boxeadores saben que en el ring –y en la vida y en la Feria– es indispensable un buen juego de piernas y apretar el hígado. Según la tradición china, el hígado era el lugar donde el alma dormía y soñaba. Júpiter lo cuidaba en Roma. A Prometeo, como castigo, le comían el hígado «ad aeternum». De un tiempo a esta parte –recuerdos de parte de los feriantes a la familia de los banqueros y especuladores, al brindar– de tanto hacer de tripas corazón, hay quien deviene en tripa ambulante. En el Real, los feriantes se encomiendan a un buen caldito y «a su poquito de Almax». Tampoco se le hace ascos a unos higaditos con cebolla. Pero es noche de «pescaíto». «Y vámonos que nos vamos», que «es la primera».
El Real amaneció con barro en sus calles de albero, sin farolillos, ante la amenaza de lluvia. Día de zapatos con batalla en las puntas y de tacón moderado. Paso de tormenta.Según los libros sumerios, morir es regresar al barro y nacimos del barro del Tigris y el Éufrates. En la Feria hay quien, desde casi primera hora del mediodía –aquí eso es madrugar, oiga– tiene en el rostro esa mirada de quien viene a morir –coma etílico mediante– sin intención de ir a su entierro, a la orilla del Guadalquivir. Antes, incluso, del «alumbrao». La festividad llenó el Real de visitantes. Por la mañana, media entrada. Por la tarde, tres cuartos. Por la noche, ante la portada azul de la circunnavegación, «señora, que me está pisando».
En Los Remedios Juan Pablo II aún no es beato, es avenida conlidante con «la PCera», la caseta del Partido Comunista, que hacía precampaña atea entre la cartelería de Torrijos –que no compareció por enfermedad y la guasa empezó a decir que «fijo que es cosa del ácido úrico»– en la caseta –«Hemos pedido permiso a la Junta Electoral», comentó el ex edil Lolo Silva– y pósters del Che, ese icono que genera miles de millones al mundo capitalista, capaz de hacer merchandising con su «enemigo» y de poner una vela a dios y otra al diablo.
Otra vez, la banca gana; mientras Tablada, zona militar, estaba minada de gorrillas y una gitana entraba en la caseta comunista no a pedir «tierra y libertad» sino «un poquito de pan». «Díselo al jefe de cocina», comentó el camarada y camarero ocasional Lolo. «Las semanas previas han venido por decenas ofreciéndose para trabajar de lo que sea», confesó. «Los brotes verdes», nominada al Giraldillo de Oro como documental de ficción. Por Rodríguez Zapatero.
Los limpiadores de zapatos se multiplican estos días alrededor de La Maestranza. En el Real, en los albores de la fiesta, la banda sonora la pone el afilador. A Carmen Gavira le llama mucho la atención. «Habrá que ponerlo en la crónica, niño». «Te lo compro». Decían en la calle del Infierno, en un puesto de dianas, ante la certeza de que sale más barato comprar que jugar. La diferencia es la misma entre ser o dejar de ser un niño. «¿Cambio? Mientras no sea uno de 500 euros...». Al parecer, dicen ciertas fuentes, algún «Benladen» había ayer en el Real; pero ninguna guerra.
A la puerta de las casetas –donde no se puede fumar y también se brindó a la salud del Ministerio de Sanidad– prendían los cigarros, con caladas hondas, y el humo dotaba las charlas con formas rizadas y grises, como las nubes que escondían las estrellas. Con el «pescaíto» vino el «alumbrao» y algunas gotas. Y con la portada iluminada, homenajes a Sábato y Borges, enemigos íntimos. Más de uno acabó ciego. «En todo caso, había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío». Juan Pablo Castel reinventado. «Bastará decir que» ya es es Feria, la fiesta «que mató», año a año, el tedio de los días y las tristezas que sangra el hígado. (Moraleja: hagamos la Feria, y no la guerra).
«Inesperado bajón» en la moda flamenca
La presidenta de la Asociación de Empresarios de Artesanía y Moda Flamenca, Pilar Vera, lamentó el «nuevo e inesperado bajón» en las ventas de cara a la Feria, derivado de la crisis, ante lo que, entre otras alternativas, no descartó establecer alianzas y consorcios para unir talleres y mantener marcas, o incluso crear una marca más amplia. En declaraciones a Europa Press, Vera apuntó que la crisis «se ha notado muchísimo, más que el año pasado, pues en 2010 las ventas remontaron, pero éste ha sido un bajón que no esperábamos». La presidenta que, en el caso concreto de su negocio, las ventas han descendido un 30% «aunque la bajada ha sido la tónica general del sector». No obstante, apuntó un incremento en las ventas de última hora «y esta Semana Santa se ha vendido más de lo esperado y de lo que se factura otros años».
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