Marbella
«Podemos seguir recaudando»
En las conversaciones intervenidas, Elosúa daba significativos detalles de cómo funcionaba el «chantaje» etarra en el «proceso» de negociación
En las grabaciones telefónicas que realizó la Policía dentro de la investigación a la red de extorsión de ETA, Joseba Elosúa, dueño del Faisán, da reveladores detalles sobre los trámites del cobro del impuesto revolucionario a empresarios por parte de la organización terrorista.
El lenguaje que emplea en varias conversaciones con su amigo íntimo, Nicolas Agirre (que llegó a estar imputado por Grande-Marlaska, aunque luego Garzón le retiró la imputación) está cifrado, pero para los investigadores policiales no deja lugar a dudas. Elosúa confiesa estar expectante por su situación y comenta con su amigo la «jugada»: en un momento dado éste le recomienda que desaparezca y que abra un negocio en otra zona.
El presunto colaborador de ETA, de quien se investiga si una persona relacionada con las Fuerzas de Seguridad le entregó un teléfono móvil el 4 de mayo de 2006, a través del que recibió una llamada que alertó a la red de extorsión de que iban a ser detenidos, relata en otro momento de sus conversaciones con Agirre la amistad que une a su familia con la del presidente del PSE-EE, Jesús Eguiguren. Los dos interlocutores dan a entender que Eguiguren les ha dicho que ellos también eran «basquistas», «asegurando la retaguardia».
–Agirre: ¿Jesús de dónde es, de IRAETA?
–Elosúa: No de Zarnazabal.
–Agirre: De Zarnazabal?
–Elosúa: Sí.
–Agirre: Ya.
–Elosúa: Y he leído.
–Agirre: ¿A tu padre, a tu padre le conocería?
–Elosúa: Joder, su padre y su madre y yo.
–Agirre: ¿Que eran de algún caserío de estos?
–Elosúa: Sí, del PNV. Y éste cómo se llama, éste ya he dicho he ido al estanco a ver si hay muchos sellos, que ya no los necesito.
Fuentes de la investigación señalan que los «sellos» aluden a las cartas de extorsión. En una conversación grabada el 18 de abril de 2006, Elosúa le cuenta a Nicolás Agirre que le han quitado los poderes y ya no se mandan más cartas («ya no puede poner sellos), aunque sí puede seguir recaudando dinero («txorrilla), pero con cuidado. El mensaje es claro: a raíz de la tregua, seguimos recaudando, pero no se remiten nuevas cartas, salvo las ya comprometidas.
El mismo día de la citada conversación del 18 de abril, Elosúa estuvo en el bar Faisán con Ramón Sagarzazu Olazaguirre, «Txempe», integrante del aparato de extorsión que además de gestionar el cobro se dedicaba a investigar a empresas para fijar objetivos de su acción criminal, según el auto de Garzón del 24 de octubre de 2008.
Por cierto, durante una de las llamadas se escucha a la mujer de Elosúa, a Avelina, decirle: «No hables chorradas por teléfono, eh... mira a los de Marbella, los han cogido por el teléfono».
La Policía apunta a «esferas más altas»
- La Confederación Española de Policía (CEP) cree que el «caso Faisán» debe investigarse en una «esfera mucho más alta», puesto que es imposible que hubiera policías que por iniciativa propia decidieran dar un chivatazo a ETA. Así lo afirmó ayer su portavoz, Lorenzo Nebreda, que además calificó de «paso cualitativo» el hecho de que el juez Pablo Ruz haya pedido la identificación de los teléfonos desde los que se perpetró el chivatazo.
- Por su parte, el Sindicato Unificado de Policía (SUP) ve más responsabilidades políticas que penales en el «caso Faisán», ya que «desde el punto de vista penal esta historia tiene poco recorrido». Así lo manifestó ayer su portavoz, José María Benito, que sostuvo además que si se demuestra que Antonio Camacho fue uno de los que dio el chivatazo «desde el punto de vista político qué duda cabe que alguna responsabilidad habrá que exigir», según Servimedia.
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