Actualidad
Salgamos de la cuneta por Alfonso Merlos
Advierte Kissinger en su indispensable Diplomacia que va en la naturaleza del estadista la disposición a resolver problemas, no a omitirlos cobardemente ni a crearlos temerariamente. No hace falta ser un visionario ni tener un afán desmedido por la ecuanimidad para concluir que el legado que heredan Rajoy y García- Margalllo es el de una España desdibujada, apocada, averiada, arrinconada y flácida. Esencialmente porque Zapatero, apoyado en el confundido Moratinos y en la irrelevante Jiménez, o han ladeado aquellos desafíos en los que nos la jugábamos o nos han metido en berenjenales a los que nadie nos llamaba.
Es inexcusable y urgente que el gobierno recupere el tiempo perdido, el sitio que nos hemos dejado arrebatar y el crédito que hemos tolerado que se nos arañe. No será tarea fácil ni que resolverá a la velocidad del rayo, pero en ello está.
Dará de lleno el Partido Popular si exprime hasta la última gota de inteligencia que se concentra en los más distinguidos miembros de nuestro cualificado servicio exterior; si sabe aprovechar, en la pura acción ejecutiva y desde el complejo de La Moncloa, los conocimientos, la experiencia y las hechuras de Jorge Moragas; si deja de entender la política exterior como un conjunto de experimentos más o menos extravagantes y populistas que conducen al centro de la nada o, lo que es peor, a la cuneta.
Por desgracia para nuestros intereses, el PSOE nos devolvió a la mesa de los menores. Y ahora no hay objetivo mayor, en este tiempo nuevo de recuperación y recomposición, que el de recuperar la silla y el cubierto en la mesa de los mayores, en la que se sientan quienes tienen cosas que decir y que hacer; incluso cosas que celebrar.
España no puede seguir figurando en el concierto internacional como un actor secundario; y menos como un convidado de piedra o un paria. No lo merecemos como nación. Y el gobierno es plenamente consciente de que un rápido golpe de timón será la pura bendición para recuperar el norte y acabar con tanta desorientación y tanto tancredismo.
Se terminó lo de capitanear aventuras exóticas y vergonzantes como la Alianza de Civilizaciones. Se terminó lo de cortejar a caudillos bananeros cuya ideología linda con la del hombre de Cromagnon. Se terminó lo de acudir a los grandes foros europeos mirando al suelo para terminar recibiendo un tortazo o, aún más humillante, el vacío.
Podemos y debemos volver a estar entre los que cuentan. Por respeto a nuestra historia. Porque las futuras generaciones no entenderían ni nos perdonarían lo contrario. En nuestras manos está, señores. De nuestro patriótico esfuerzo depende.
✕
Accede a tu cuenta para comentar