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OPINIÓN: Obama en Oriente

Obama disfruta de un helado en su visita a Kamakura (Japón)
Obama disfruta de un helado en su visita a Kamakura (Japón)larazon

El ciudadano norteamericano lleva varios días sumido en un estupor extraño provocado por las recientes andanzas del inquilino de la Casa Blanca en Oriente.

Primero, vino el acercamiento a los musulmanes en Indonesia e India. Obama se dedicó a adular a los seguidores del Corán, a intentar mejorar su imagen ante Occidente e incluso a decir que la yihad no es tan grave como muchos creen porque, en contra de milenio y medio de Historia, no significa «guerra santa». Las afirmaciones de Obama encantaron a los musulmanes que quieren imponer la «shariah» en India imponiendo, por ejemplo, la lapidación de las adúlteras. Sin embargo, sumieron en la perplejidad a los norteamericanos. Naturalmente, la gente del Partido Demócrata –que está más preocupada cada día– intentaba justificar este comportamiento señalando que Obama buscaba contrapesos a China para que deje de perjudicar los intereses económicos de Estados Unidos. No han convencido mucho estos argumentos, pero, en las últimas horas, con la cumbre del G-20, el escepticismo se ha disparado.

Ni China tiene intención de seguir fabricando productos basura que compiten deslealmente en Estados Unidos ni piensa dejar que su moneda, mantenida de forma artificial en niveles irrisorios, tenga el valor real del mercado. En otras palabras, todo parece indicar que el presidente Obama va a regresar sin haber conseguido nada mínimamente tangible para ayudar a la economía nacional que si avanza no es por su acción sino a pesar de él. Se trata, se mire como se mire, de unos resultados muy pobres y las fotos de Michelle Obama –tan agresiva ella a la hora de hablar de los blancos – con el velo islámico no va a mejorar la percepción del americano medio. ¡Y para colmo a Obama ni siquiera le va a quedar el consuelo de contar que existen extrañas razas de hombres como hizo en su día un veneciano llamado Marco Polo!