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El fatalismo del comisario Oettinger desata el pánico en Europa

En sólo un fin de semana, de ser caballero andante de la energía nuclear a jinete del Apocalipsis. Como Pablo Tarso en la Biblia, el comisario de Energía de la UE, Günter Oettinger, quien implora a Dios para salir de la crisis nuclear en Japón, parece haber tenido su caída del caballo con el accidente en la central de Fukushima. Y con su «nuevo yo» fatalista ha desatado el pánico, el desplome bursátil y la estampida de los extranjeros en Japón.

Una pasajera procedente de un vuelo de Japón es sometida a un anális de radiación en Hong Kong
Una pasajera procedente de un vuelo de Japón es sometida a un anális de radiación en Hong Konglarazon

Si el martes coincidió con los que describen la situación en la planta nipona como el Apocalipsis, el miércoles avisó que estamos en vísperas de una «nueva catástrofe» nuclear. El insistente dramatismo de Oettinger ha sorprendido en Bruselas y otras capitales por numerosas razones, como su falta de información, de prudencia, o su poco sentido de la oportunidad. Sus palabras han sido una descarga en la espina dorsal de unos mercados financieros especialmente sensibles, alterados por la crisis de la eurozona, recalentados recientemente por los alzamientos en el Norte de África, y ahora desatados por el cataclismo natural que ha golpeado a la segunda economía mundial. Las bolsas han sufrido caídas superiores al 2% en ambos lados del Atlántico.

Al miedo en los parqués ha seguido el escalofrío en las capitales. Una decena de países, entre ellos EE UU, Francia, Reino Unido, y España, ha enviado aviones a Japón para evacuar a sus nacionales. Alemania, por su parte, ha trasladado su embajada de Tokio a Osaka. Y en China, la falta de información y la rumorología ha extendido el temor de la llegada de la radiación, que sus ciudadanos intentan combatir comprando sal ionizada.

Críticas de la OIEA

El rapapolvo al comisario llegó, sutil, pero firme, por parte del Organismo Internacional de la Energía Atómica. «No es el momento para decir que la situación está fuera de control», indicó su director general, Yukiya Amano. Pero Oettinger no se amedrenta y ayer volvió a la carga sembrando la duda ahora en Europa, al señalar a la televisión Arte que las pruebas que se harán después del verano a las 143 plantas nucleares de la UE probarán que no todas cumplen las normas de seguridad «más estrictas».

 Desde algunos países critican al alemán por lanzar juicios de valor sin apenas tener información. «Sabemos las razones políticas que tiene para hacerlo», añade un diplomático en condición de anonimato. En concreto, las seis elecciones regionales que encara su «jefa», la canciller Angela Merkel, tocada últimamente, entre ellas las de Baden-Württemberg, donde Oettinger fue presidente antes de llegar a la Comisión Europea. Las encuestas pronostican el 27 de marzo la derrota de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel en este rico bastión donde la CDU gobierna desde hace seis décadas.

Quien ni sufría ni padecía ayer fue la Comisión Europea, donde evitaron comentar si su presidente, José Manuel Durao Barroso, compartía el fatalismo del comisario alemán. En una institución colegial, quien calla otorga.


Oettinger: De defensor de la energía nuclear a jinete del apocalipsis
¿Cómo explicar el fatalismo del responsable europeo de Energía? Parece que en él se han juntado todos los elementos para una tormenta perfecta. Ya se sabe que los más peligrosos son los conversos, y Oettinger se ha quitado en días la chaqueta pronuclear tras la tragedia japonesa. Además, si el campo de la Energía era prácticamente territorio virgen para él antes de llegar el año pasado a Bruselas, el campo nuclear le resultaba tan conocido como la reproducción del urogallo ibérico. Y aunque la información le llega de los medios y, con varias horas de retraso, no tiene inconveniente en lanzar sus sombrías predicciones. Puede que lo que busque en un futuro es añadir el dominio nuclear a su currículum, que hoy rellena incluyendo su educación primaria en Ditzingen.