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Un futuro esperanzador por Juan Carlos DOMÍNGUEZ NAFRÍA

La Razón
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El Santo Padre lleva unas horas en España y está mostrando a los jóvenes, una vez más, «lo hermoso que resulta ser cristiano... ser sostenido por un gran amor y por una revelación». El agosto estival de Madrid se ha convertido así en cita y camino para todos los jóvenes del mundo, seis años después de que un millón doscientos mil jóvenes llegados de todos los rincones del planeta llenaran, en paz y libertad, la gran explanada de Marienfeld, en la ciudad de Colonia, en la tierra en que vio su primera luz este Papa, teólogo y profesor. Cita y camino, por tanto, para una comprensión cristiana de la existencia, fraguada golpe a golpe en Notre Dame «Los jóvenes son mi mayor preocupación... son frágiles y tienen que hacer frente a una realidad que les sobrepasa»; en Loreto «¿Hay algo que pueda bloquear nuestro entusiasmo si estamos unidos a Cristo? Nada es imposible para quien confía en Dios y se confía a Él»; Sydney «También la Iglesia tiene necesidad de renovación... necesidad de vuestra fe, de vuestro idealismo y de vuestra generosidad»; y ahora, en un momento en que Europa necesita reencontrar su identidad en las raíces cristianas, el encuentro de Madrid (ya en 1989, algunos meses antes de la histórica caída del Muro de Berlín, la peregrinación de los jóvenes hizo un alto en España, en Santiago de Compostela). He querido ilustrar mi reflexión con estas citas del Santo Padre, desde el convencimiento de que, quienes comenzamos a «peinar canas», debemos dar un paso atrás y dejar a los jóvenes las primeras filas de los auditorios, tal y como el Papa nos indica con su afán por impulsar el protagonismo juvenil. Y así debe ser, pues el futuro les pertenece a los jóvenes, como a nosotros nos perteneció en su momento. Hoy el Papa celebrará un encuentro con los profesores universitarios más jóvenes. Tendrá lugar en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, símbolo de la fecundidad del martirio cristiano, de la vida monástica y del papel que la Providencia reservó a España en la expansión de la fe. Allí el Papa hablará a sus discípulos, y lo hará del Alma Mater Studiorum, pues Benedicto XVI jamás ha dejado de ser un vocacional profesor universitario. No debo hacer conjetura alguna sobre su mensaje, pero antes de tan señalada cita, para el recuerdo colectivo, creo oportuno refrescar la memoria sobre algunas de las espléndidas propuestas contenidas en el discurso que dirigió a los asistentes al Primer encuentro europeo de profesores universitarios de Roma en 2007. En primer lugar, la idea de que la crisis de la modernidad nos está presentando un falso conflicto entre ley divina y libertad humana; que no debemos aceptar la reducción del mensaje evangélico a la esfera de lo emocional; y que la dignidad humana, consagrada por la encarnación del mismo Dios en Jesucristo, no puede quedar al margen del debate científico, pues la razón tiene que abrirse sin prejuicios a la revelación y no constreñirse a lo puramente empírico. Profesores, jóvenes y veteranos debemos asumir la proclamación de éstas y otras propuestas de Benedicto XVI desde la universidad de hoy, sin temor ni prevención alguna, pues el «¡No tengáis miedo a abrir de par en par las puertas a Cristo!» de Juan Pablo II constituye el camino más esperanzador y revolucionario del mundo contemporáneo. Espero que estas líneas ayuden a que los jóvenes profesores e intelectuales, creyentes y no creyentes, que allí se den cita en torno al Santo Padre, teólogo y profesor universitario, acudan con la mente dispuesta, el alma abierta y la mirada puesta bien lejos, en lo eterno, pues la razón sin la fe sólo conduce al vacío existencial y éste, inevitablemente, a la desesperanza. Nuestra misión docente es alcanzar y transmitir, desde el conocimiento científico y el testimonio de vida, la auténtica sabiduría, siempre humilde, vocacional y adquirida en constante esfuerzo. Según el ejemplo que nos saben dar, con entrega y humildad, las religiosas que precederán a los profesores en su encuentro con el Papa y de cuyo testimonio vivo debemos aprender en San Benito su «Ora et labora».


Juan Carlos Domínguez Nafría
Rector de la Universidad CEU San Pablo de Madrid