España
La pobreza se enquista en España
La atención de Cáritas se dispara a 1,6 millones de españoles en el último año. La Iglesia alerta de que, al agudizarse la crisis, se perpetúan las familias que viven en riesgo de exclusión social
MADRID- En muchos de los centros de Cáritas de Madrid se trabaja como en un centro de asistencia pública: es necesario pedir cita. Esta situación, antes inaudita, es consecuencia del deterioro paulatino de las ayudas y de los recortes sociales que otorga la Administración que, en muchos casos, opta por remitir a los necesitados a esta entidad caritativa. En 2010, casi 62.000 voluntarios ofrecieron su tiempo a más de seis millones de personas que acudieron a Cáritas para intentar salir adelante. Esta cifra muestra un incremento del 4, 3% con respecto al año anterior y, por lo tanto, refleja cómo la pobreza se está asentando en nuestro país. «No somos conscientes de que se está conformando un nuevo mundo en el que los pobres son aún más pobres», afirmó ayer Sebastián Mora, secretario general de Cáritas, durante la presentación de la Memoria 2010.
Las cifras del paro, los datos económicos y los anuncios de las continuas restricciones en necesidades básicas como la Sanidad y la Educación no hacen más que minar el ánimo de los españoles que ven cómo, cada mes, sus bolsillos y sus cuentas están más vacías. Esta situación ha llevado a un 30% más de familias a llamar por primera vez a las puertas de las parroquias y de las sedes que la Iglesia católica tiene distribuidas en toda España. Asimismo, la mayoría de las personas vuelven a reclamar asistencia. Esta situación se traduce en «una estabilidad o estancamiento de la pobreza», afirma Mora. Entre los programas de ayuda que se han puesto en marcha en 2010 ha jugado un papel prioritario el empleo y la vivienda, ya que las peticiones de asistencia se han multiplicado. «Nos hemos centrado en la promoción del empleo juvenil y hemos conseguido que casi un 20% consiga un puesto de trabajo», afirmó el secretario general. La entidad destinó 3,4 millones a ayudar a las familias para conservar su vivienda: evitar desahucios, ayudar con el pago del alquiler o con la factura de la luz y del gas, entre otros gastos. Félix González, uno de los voluntarios que colabora en la iglesia de San Sebastián de Getafe, recibe, cada martes –previa petición de cita–, a varias familias que encuentran en Cáritas su única salida.
«Antes no se pedía cita, pero el incremento de necesitados nos ha obligado a fijar horas para poder atender a todo el mundo». Su financiación proviene de la propia parroquia y de los donativos. Casi el 50% de estos ingresos se destinan a alquileres y facturas de luz y gas, aunque las bolsas de alimentos también son primordiales: «El año pasado prestamos ayuda a 189 familias», explica el voluntario de 67 años.
Diferentes perfiles
En la parroquia de Nuestra Señora de Moratalaz de Madrid, Eva María Prieto e Inmaculada Herrero, otras dos voluntarias de Cáritas, también han apreciado en los últimos seis meses un aumento de personas que acuden en busca de ayuda. «Hasta ahora eran suramericanos, pero en los últimos seis meses también recibimos españoles, algunos de ellos vecinos nuestros que vienen pidiendo trabajo avergonzados», explican. Y es que «nos cuesta pedir, pero cuando escuchamos las angustiosas historias que nos relatan tenemos siempre presente que cualquiera puede estar en esa situación, incluso nosotras mismas ». Entre los españoles, la mayor parte de las personas que acuden al despacho parroquial son mujeres separadas que se han hecho cargo de los hijos y no reciben una pensión de su ex pareja. «La gente llega llorando y nosotras les escuchamos, tratamos de que se relajen y de hacerles ver que lo que les ocurre es una situación puntual». Después, en función de sus necesidades, les derivamos a los servicios que puedan servirles de ayuda», explican Eva e Inmaculada. En el caso de los extranjeros, la mayoría son mujeres con hijos y muchas veces abandonadas por sus maridos. Su mayor problema es la falta de papeles y de formación para realizar un trabajo.
A pesar del incremento de la precariedad, 2010 fue el primer año en el que las subvenciones públicas «disminuyeron un 1%». Sin embargo, la financiación privada se ha incrementado más de un 12%. Las instituciones, como refleja la memoria, se han implicado más pero las personas físicas siguen siendo el sustento de los ingresos. De ahí que, desde Cáritas reclamen una mayor implicación del Ejecutivo: «No podemos sustituir al Estado ni tenemos ningún afán de hacerlo», explicó Mora en referencia a los recortes sociales.
La ayuda psicológica, a la cabeza
Los alimentos y las ayudas para llegar a fin de mes son la prioridad para muchas familias, pero desde el comienzo de la crisis en 2008 la demanda de asistencia psicológica se ha multiplicado. «En nuestros centros cada vez se requieren más psicólogos», aseguró ayer Sebastián Mora, secretario general de Cáritas. Lo confima Félix, un voluntario de 67 años de Getafe que cada día acude a su parroquia para aportar su granito de arena. «Cada día vivimos situaciones más duras y, al final, te conviertes en una especie de psicólogo porque se desahogan contigo y lamentas no poder ayudar más», asegura.
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