Formación Profesional
Asfixia normativa
En dictadura todo lo que no está permitido está prohibido. Por el contrario, en democracia, lo que no está prohibido, está permitido.
La tendencia a legislar y regular cualquier actividad humana se está tornando asfixiante: el gran ojo que todo lo ve y regula acabará dictaminando aspectos tales como el peso del filete que puede servirse en un restaurante público, con advertencias previas a los comensales sobre el riesgo que conlleva para su salud. Bien es cierto, que cualquier competencia que implique una responsabilidad pública debe exigir un mínimo reconocimiento de acreditación de las mismas. Cosa distinta es que partiendo de ese principio se pretenda regular toda actividad de modo similar a la adquisición de una competencia de carácter profesional. La diferencia entre la asfixia reglamentista y la dejación de responsabilidades es un punto de equilibrio que el hombre prudente debe encontrar, y la prudencia es un bien escaso últimamente entre todos los gobernantes. Ni es necesario regularlo todo, ni todo tiene que ser regulado de modo similar o de la misma manera. Y mucho más innecesario e imprudente es que para una misma materia deban desarrollarse diecisiete reglamentaciones de diverso tipo. Si el deporte contribuye a la salud, su reglamentación excesiva, puede atentar contra la salud del sentido común.
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