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Fernández dejará la Diputación para centrarse en marcar a Trias
Barcelona-Alberto Fernández dejará la vicepresidencia primera de la Diputación de Barcelona a la que accedió el año pasado tras un pacto con CiU que, por primera vez desde 1979, destronó a los socialistas del mando de este organismo. Fernández explicó ayer a LA RAZÓN que abandonará el ente supramunicipal para centrarse en el Ayuntamiento de Barcelona, ya que la ciudad es su «pasión y objetivo», a ella quiere dedicarse de pleno y marcar al alcalde, Xavier Trias, que «se presentó ofreciendo un cambio a los barceloneses, pero nueve meses después el cambio tranquilo se ha convertido en continuidad pasmosa».
Su marcha de la Diputación no es inmediata porque quiere seguir contribuyendo a su «cambio de rumbo». Y entiende que éste estará «perfilado» en unos meses, previsiblemente en otoño, ya que estarán aprobadas las principales líneas maestras de actuación de este organismo: el plan de concertación local, que se prevé que esté listo en mayo, y los presupuestos, cuya aprobación no llegará hasta después del verano.
Barcelona es estratégica
Cumplidos estos objetivos –y también enfilada la reordenación de los medios de comunicación dependientes de la Diputación–, Fernández dejará el organismo en el que ahora dirige las áreas de desarrollo económico, empleo, comercio, turismo y deporte. Su decisión, explicó, no pone en peligro el pacto que alcanzaron en junio del pasado año CiU y PP, después de que las elecciones municipales arrojaran una composición de la Diputación de Barcelona de 20 representantes para CiU, 19 para el PSC, 6 del PP, 4 para ICV y 2 de ERC.
El presidente del grupo municipal del PP en el Ayuntamiento aseguró que su marcha, meditada, responde a su interés para dedicarse por entero a la ciudad de Barcelona, «un puesto estratégico para el PP», y también de cara a la futura relación con CiU en el Consistorio. No en vano, Xavier Trias gobierna la ciudad en minoría con 14 concejales y necesitó los nueve del PP para pactar los presupuestos municipales el pasado 23 de diciembre. Fue el primer gran examen del alcalde convergente, pero llegan otros no menos importantes, como el Plan de Actuación Municipal (PAM) en los que el acuerdo es, de momento, «muy difícil» en palabras de Fernández, aunque CiU y PP se acaban de entender para luchar contra la prostitución callejera y juntos reordenarán la ordenanza del civismo para multar a meretrices y clientes.
Las políticas sociales y económicas son punto de encuentro entre convergentes y populares, pero Alberto Fernández no está dispuesto a que sus nueve concejales le bailen el agua al alcalde en iniciatias soberanistas. «La deriva independentista de Convergència puede traer confrontación», aseguró en referencia al XVI congreso del partido celebrado el fin de semana y que se ha marcado como objetivo el Estado propio, y quiere «vigilar» cómo traslada el alcalde el nuevo rumbo a la política municipal.
Ayer mismo volvió a denunciar que el Ayuntamiento esté preparando un amplio programa de actos para la conmemoración del 300 aniversario de 1714. «Cada año celebramos el 11 de septiembre, como es lógico, pero otra cosa es un programa de actos como el que el alcalde quiere hacer para 2014», sentenció.
Imprimir austeridad y nuevos aires
CiU y PP se marcaron como objetivo gobernar la Diputación de Barcelona con austeridad y, sobre todo, se han tenido que centrar en apoyar a los ayuntamientos, cuyas cuentas están ahogadas por la crisis. La situación, no obstante, ha permitido también traer un «cambio» respecto a los gobiernos anteriores, como es el apoyo a que la Vuelta a España de este año tenga un final de etapa en Barcelona.
Dos entes, dos maneras
El pacto
Los últimos comicios municipales conllevaron una nueva correlación de fuerzas en la Diputación de Barcelona, que se plasmó en un pacto CiU-PP para dirigir el ente. CiU otorgó al alcalde de Martorell, Salvador Esteve, la presidencia del organismo supramunicipal, mientras que el PP se reservó la vicepresidencia primera para Alberto Fernández y la tercera, para Josep Llobet. El pacto incluía que las áreas no serían compartimentos estancos, sino que CiU y PP colaborarían en todos los estamentos de la Diputación.
La primera crisis
La primera crisis vivida entre ambos partidos en la institución se produjo con el nombramiento del director del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB). CiU anunció sin consultar a sus socios que el cargo recaía en el periodista Marçal Sintes. El PP no criticó la profesionalidad del escogido, pero sí el método empleado por sus socios y consideró que antes de nombrar al director habría sido necesario fijar las líneas estratégicas del CCCB de cara al futuro.
El Ayuntamiento
El PP hizo posible que Xavier Trias aprobara sus primeros presupuestos municipales, pero Alberto Fernández anunció después de Navidad que su papel iba a ser el de hacer oposición y votar «sí» o «no» a las iniciativas del alcalde. En caso de abstenerse daría una oportunidad al gobierno municipal para apoyarse en el grupo soberanista formado por Portabella y Laporta.
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