Barcelona

La leyenda artúrica por Javier G Ferrari

La Razón
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Decía Baroja que el nacionalismo se curaba viajando, pero eso era antes. Ahora no tiene cura porque sus líderes estan aprovechando el caldo de cultivo de la crisis para manipular a los ciudadanos que viven instalados en la frustración permanente. Con el estómago vacío es mucho más fácil jugar con los sentimientos y desviar la atención del verdadero problema que acucia a Cataluña y a España entera, y que no es otro que una recesión brutal y una tasa de paro inasumible. Hace una semana, en Barcelona, salió a la calle una cantidad más que significativa de personas que querían, sobre todo, expresar su descontento. De ahí a colegir que Cataluña está pidiendo a gritos la independencia hay un trecho que sólo se puede recorrer si CiU termina de echarse al monte sin medir las consecuencias. La impresión es que Artur Mas ha cruzado la línea roja y se ha convertido en prisionero de sus palabras. La escenografía posterior a la manifestación, con la senyera y la bandera de la UE, forma parte de la leyenda artúrica (de Artur Mas, no del Rey Arturo). Ni Cataluña puede apelar a la historia para reivindicarse como nación, ni la UE sería su refugio de manera automática. Eso es algo que deben saber los catalanes. Una Cataluña independiente tendría que ponerse a la cola de quienes llevan años llamando a la puerta de Bruselas. Eso es algo que Mas y los suyos se callan. Menos mal que el president de la Generalitat al menos ha reconocido que el cansancio, la fatiga, es algo de ida y vuelta, y que pertenece por igual a los catalanes y al resto de los españoles. Entre estos últimos está también el presidente español, a quien Mas va a pedirle el pacto fiscal, es decir, pasta pura y dura, pasado mañana. El president debe saber que ese dinero que reclama es para seguir solidariamente en España, y no el pago de un divorcio.