Desempleo juvenil
La reforma de Báñez por Francisco Aranda
Los adelantos informativos transmitidos por la ministra de Empleo, Fátima Báñez, en sede parlamentaria suenan bien y hacen albergar la esperanza de que este Gobierno ponga sobre la mesa una reforma laboral realmente de choque. Decía el gurú austríaco del management Peter Drucker que detrás de cada empresa de éxito hay decisiones valientes. Pues bien, parafraseándolo, se puede decir que detrás de cada economía de éxito hay muchas decisiones valientes y esta ministra tiene la oportunidad de estar detrás de una de ellas.
Es acertado favorecer el contrato a tiempo parcial porque es la primera pasarela al empleo tras una crisis. Hay que descargar a las pymes de fiscalidad y burocracia. Las políticas activas de empleo y, en concreto, la formación deben ser evaluadas permanentemente para asegurar su eficacia. Vamos hacia una sociedad de servicios basados en el conocimiento y eso sólo se puede lograr con una formación eficaz y competitiva ligada a las necesidades.
Asimismo, las ETT con más garantías deben poder actuar como agencias de empleo porque ya está bien de frenar al operador más eficiente en la gestión de la temporalidad sana.
Tiene razón la ministra Báñez al afirmar que es imposible que toda la contratación laboral se encuadre dentro de un solo contrato en el que quepan todas las necesidades que demandan las empresas. Algunos olvidan que el Derecho Laboral surge del Derecho Civil y que un contrato de trabajo es producto de la voluntad de dos partes, y que sólo en algunos supuestos, cuando la duración del contrato sea temporal per se, porque responde a una necesidad concreta y específica, la extinción del contrato no tendrá que devengar indemnización alguna, o la fijada en el mismo. Como premisa del Derecho Civil, el cumplimiento de los contratos en ninguna rama del Derecho puede dejarse a voluntad de uno de los contratantes sin que genere derechos para la otra parte.
Otra cosa distinta es lo que propone la CEOE, que es la existencia de un contrato indefinido, indemnización basada en veinte días por año trabajado y máximo de una anualidad, y unos pocos de carácter temporal. Ojalá acierte.
Francisco Aranda
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