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A inventar por José Antonio VERA
La historia de la humanidad es la historia de sus inventos. No paramos de descubrir cosas y gracias a ello el mundo avanza cada vez más y a un ritmo endiablado. Antes lo extraordinario era tropezarse con un invento de altura. Ahora sobran por todas partes, y además casi todos de relevancia. Y es que una de las actividades que mueve más al hombre es precisamente la de inventar. Cada día se inventa más y mejor. Cada vez hay más gente dedicada a ello, más preparada y con mayores y mejores medios. Diríamos como que no damos abasto a tanta idea nueva original o novedosa. En A Tu Salud publicamos cada semana dentro de la sección de Ciencia un apartado dedicado a los inventos. Hoy en este número, penúltimo de 2011, recogemos una selección de los más interesantes.
Y es que la historia del mundo es la historia de sus inventos. Los hombres inventan constantemente y gracias a ello avanzamos en circunstancias a veces impensables. Cuando éramos pequeños, el teléfono, la televisión y la radio suponían realidades poco menos que mágicas. Hoy lo siguen siendo a los ojos de mucha gente, pero a fuerza de familiarizarnos con ellos se nos han hecho poco menos que normales. Igual que otros muchos actos cotidianos como encender la luz, poner la calefacción, hablar por el móvil, viajar en coche o avión o escribir cartas a través del correo electrónico o cartearnos por el Facebook o twitear. También hay mucho invento vano o frustrado. El noventa por ciento de las ideas se queda en nada y sólo triunfa una minoría. Pero es suficiente para hacer que el mundo siga avanzando.
Publicábamos en nuestro anterior número cómo inventos como el coche volador o los robots, tantas veces anunciados, no han logrado implantarse a lo largo de los tiempos. Otros menos míticos, sin embargo, son una realidad ya desde hace muchos años. Los inventos a los que prestamos especial atención en nuestras páginas en esta ocasión son, entre otros, los robots animales (un perro grande, una araña y una cucaracha), la conectividad súper wifi e internet a gran velocidad, las lentillas con internet, una especie de hoja artificial que hace la fotosíntesis y elimina el CO2, unos nanotubos de carbono que vuelven invisibles las cosas, las ropas fabricadas con leche, la impresión en 3D, el control total del móvil con la voz Apple y Android, los robots que conquistan Marte, el avión solar y el coche más veloz del mundo. Aquel grito del 98, «que inventen ellos», refiriéndose a Europa con relación a España, estaba bien como afirmación de nuestra personalidad tradicionalmente aislada y anquilosada, pero la realidad es que es imposible de sostener. Por eso yo diría que es mucho mejor esforzarse y competir por inventar más que los demás. De mil inventos malos acaba saliendo uno bueno. Quien lo intenta, algo consigue. Quien no lo intenta, seguro que no logrará nada de lo que sentirse orgulloso en el futuro.
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