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La gran bienal

La Razón
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Escribo esta columna en una esquina del Antiguo Cuartel de Artillería de Murcia. Apenas han pasado unos minutos desde que se ha inaugurado Manifesta 8 y, por supuesto, casi no he podido ver nada; no sólo por el tiempo, sino sobre todo por el gentío. Había pensado esbozar hoy las primeras impresiones sobre esta bienal, pero me parece que va a ser una tarea irrealizable. Tendré que dejarlo para otras columnas Y es que la cosa da para mucho. Porque Manifesta es un mundo. Un evento de unas dimensiones que al profano quizá le cueste imaginar. Sin lugar a dudas, y sin ánimo de exagerar, estoy convencido de que Manifesta 8 es (le pese a quien le pese) el evento artístico más importante de la historia de la Región de Murcia. Quien diga lo contrario, no sabe de lo que está hablando. Yo hoy no puedo ocultar mi fascinación. Por eso escribo desde el subjetivismo más radical. Y desde la emoción de un crítico de arte que observa cómo el mundo entero del arte (ése que otras veces se ha encontrado en Venecia o en Kassel) ha llegado a la Región. Durante tres meses, Murcia será uno de los centros del mundo del arte. Además, esta edición de Manifesta es especial. Aunque aún no he tenido tiempo de ver las obras con detenimiento, he podido intuir que aquí se ha dejado de lado un arte espectacular y efectista (puramente bienalista o festivalero) para apostar por un arte serio, reflexivo y meditado. Un arte que nos habla de las posibilidades que tiene el discurso artístico para abrir vías de comunicación entre dos mundos (Europa y África) que están más cerca y, al mismo tiempo, muchísimo más lejos de lo que nos podemos imaginar. Sin duda, la cosa dará que hablar y que pensar.