España

Aznar y González tenso cara a cara tres años después

San Isidro propició ayer una imagen que no se producía desde hacía tres años en el funeral de Estado de Leopoldo Calvo Sotelo. Con motivo de la entrega de las medallas de Oro de Madrid, el alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón, consiguió juntar a los ex presidentes Felipe González y José María Aznar bajo el mismo techo. C

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on otro galardonado, Adolfo Suárez, como el gran «ausente presente», uno a cada lado del regidor, entraron los ex mandatarios en el Palacio de Cibeles. Allí dejaron atrás sus diferencias –al menos por unos minutos– para felicitarse por la distinción que ahora les ha unido. Madrid les reconocía su trabajo para consolidar la democracia en España pero, aunque lo evitaron, la cercanía de las autonómicas y municipales dejó de nuevo patente que, al margen de siglas y del paso del tiempo, ambos continúan lanzando mensajes completamente contrarios.
Aznar, que agradeció al alcalde la distinción con un abrazo, fue el primero en subir a la tribuna y explicó que «no se trata de evocar o admirar la democracia sino de ejercerla».

Además, añadió que «la democracia tiene tanto de habilitación como de límite al poder, y si se pierden los límites se pierde la democracia. Límites objetivos, fijos, infranqueables e indisponibles, que no se pueden traspasar, para todos y para siempre». Después llegó el turno de González que sacó su discurso, un folio doblado en cuatro, del bolsillo de su chaqueta. «La tolerancia en ocasiones corre el riesgo de caer en la soberbia, por lo que debe ir acompañado de diálogo como conocimiento del otro para que no haya arrogancia», aseguró para a renglón seguido poner de ejemplos de esa «concordia democrática» al Rey porque «pasó voluntariamente de un poder absoluto a uno constitucional».