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Rosa la de los 36 millones
Los cuatro Mercedes que han aparecido en su casa de Gévora la han delatado entre sus vecinos como la ganadora del sorteo del pasado viernes
MADRID- En el listín telefónico de la localidad extremeña de Gévora aparecen tres «Rosas». Pero sólo una tiene el botín bajo el colchón. Y todos sus vecinos conocen quién es. Es lo que tienen los pueblos. Que al final todo se acaba sabiendo. Los cuatro nuevos Mercedes que aparecieron por arte de magia –y de la suerte– en la puerta de una casa en Gévora fue lo que hizo sospechar a quienes viven cerca.
Ahora ya es un secreto a voces, Rosa y Juan son los ganadores de los 36 millones del sorteo del Euromillón que recayó en este pueblo de Badajoz el pasado viernes por la noche. «Han desaparecido del mapa. Los ví el sábado por última vez, pero no noté nada raro en ellos», comenta el regente de la farmacia.
El matrimonio, de unos 60 años de edad, es poco conocido en el pueblo. Hacía cuatro años que se habían trasladado a Gévora y no salían mucho de casa. Él había tenido una ferretería en Badajoz que quebró. Por eso se trasladaron a vivir a la zona nueva de esta pequeña pedanía. Según relatan sus vecinos, vivían de alquiler junto a la madre de ella y estaban jubilados. La pareja, que tiene dos hijos, uno en Burgos y otro en Badajoz, salía adelante gracias a la pensión de invalidez que cobraba Juan. «No se le veía por la calle», comenta una vecina. «Él está enfermo y no se puede mover mucho. Era ella la que salía de casa, iba a hacer la compra, y echaba la lotería.
Y uno de esos días en los que Rosa volcaba todas sus esperanzas de vivir sin una soga al cuello por los gastos y de ayudar a su esposo para que hiciera más llevadera su discapacidad, la suerte le sonrió con uno de los premios más cuantiosos de cuantos se reciben en el continente. Los dependientes del supermercado, conscientes de la realidad que vive la mujer, se alegran de lo ocurrido. «Creo que les hacía mucha falta», asegura la tendera.
«Lo que nos sorprende es que esta mujer fue al quiosco de la lotería, después de la noticia, a ver si le habían tocado los sorteos sellados esa semana; aunque eso sí, fue sin el boleto del Euromillón», comenta María, una de las responsables del Bar Velos, que a renglón seguido se pregunta: «¿Para qué iría al quiosco si sabía que había ganado tanto dinero?».
A partir de ese momento, Rosa y Juan han desaparecido del mapa. No así su nueva flota de vehículos, a los que delata su matrícula provisional en color rojo. Prueba de su discreción, es que un cliente del bar, amigo de los hermanos de la agraciada, se ha puesto en contacto con ellos «sin conseguir información».
«Si lo supiera, no lo diría»
Su pequeño quiosco de chuches donde se selló el boleto premiado se ha convertido en centro de atención para curiosos. Pero Sonia, la lotera de Gévora, no suelta prenda. «No sé con certeza que sean ellos. Pero, si lo supiera, tampoco lo diría». Su hermana Juani bromea con el tema y le pide a Rosa que le dé algo a su hermana, «que es quien está aguantando todo el ir y venir de gente y periodistas a todas horas».
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