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«Presidente no ‘joda' las cosas» por César Vidal

Los asesores de Obama sólo le piden que no cometa errores en el debate de hoy

La Razón
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«Mister President, do not screw the things up», o dicho en la lengua de Cervantes: «Señor presidente, no joda las cosas». Ésa y no otra es la consigna que los asesores de Obama han comunicado al presidente en las últimas horas. Tiene, ciertamente, su explicación. Durante las semanas precedentes, Obama ha realizado una campaña en la que ha enfatizado la defensa de la clase media, la reducción de impuestos, la ayuda a la pequeña y mediana empresa y –¡cómo no!– el patriotismo. Algunos podrán considerarlo electoralista, pero lo cierto es que con esos componentes, ha conseguido tomarle la delantera a un Romney que tan sólo parece ofrecer lo mismo unido a promesas de reducción de los impuestos a las grandes empresas y de presiones comerciales a China. Todo ello con el fantasma de la aniquilación del Medicare a manos de su compañero Ryan. Tal y como está planteada la campaña, Obama puede considerar su reelección más que posible siempre que no cometa errores de bulto. Esa circunstancia es la que ha llevado a no pocos analistas a adelantar que el tema del déficit y de la deuda será especialmente utilizado en el primer debate, y más teniendo en cuenta que el nuevo presupuesto quedó inaugurado formalmente el lunes. Muy poco después de su discurso de inauguración en enero de 2009, Obama se comprometió a reducir el déficit –a la sazón 1,3 billones de dólares– en un 50% al término de este mandato.
Sin embargo, al término del año fiscal de 2012, el déficit seguía siendo de 1,3 billones de dólares, en el cuarto año consecutivo en que excedía del billón. Ese déficit ha empujado la deuda nacional hasta la cifra astronómica de 16 billones de dólares, es decir, 10,7 billones más que cuando Obama llegó a la Casa Blanca. La cifra es explicada por los demócratas apelando al rescate de las entidades bancarias y de las empresas y a la creación de más de cuatro millones de empleos privados. Ahora el presidente señala que en el nuevo presupuesto el déficit descenderá por debajo del billón, hasta los 901.000 millones de dólares. A nadie le sorprenderá que con semejante panorama, Obama haya sido mucho más prudente en los últimos tiempos a la hora de hablar de su objetivo de reducción del déficit. En estos días, se limita a decir que conseguirá rebajarlo en 4 billones de dólares en la próxima década y –no cabe engañarse– Romney tampoco es mucho más explícito u optimista al respecto. Frente al 22% del PIB que propone gastar Obama –el gasto actual es de un 23%–, Romney se quedaría tan sólo en el 20%. Semejantes cifras tienen a los norteamericano sumidos en la consternación, porque viven en una cultura en la que, por mucho que hasta los bancos y las grandes empresas devuelven en plazos breves el dinero que reciben del Estado, los contribuyentes saben que las deudas se abonan. Sólo se puede especular con lo que sentirían si en 2011, como sucedió en España, el sector público se hubiera gastado más del 46% del PIB o si la deuda, como sucederá en 2013, alcanzara el 90%. Obama cuenta con la posibilidad de ganar la reelección siempre que, siguiendo el consejo de sus asesores, no cometa graves errores.