Zaragoza
Líder a pesar de todo
Es la frase que mejor le define. Hace unos días, en uno de los múltiples mítines, a Mariano Rajoy le salió de dentro: «Estoy aquí solo porque vosotros lo habéis querido. A pesar de todo». Sutil mensaje del hombre que afronta el tercer Rubicón hacia La Moncloa. Al margen de su carácter gallego, ahora tan glosado por quienes antes lo denostaban, el líder del PP está limpio de influencias ajenas. En su duro caminar, ha hecho oídos sordos a poderes fácticos y mediáticos. Algo que aprendió de su padre, el juez recto, liberal, al que los avatares de la época le dieron por los dos lados. «Jamás en su vida aceptó presiones de nadie y esa independencia la ha transmitido a sus hijos», me dijo un día el propio Rajoy.
En el ecuador de la campaña, viaja a Zaragoza, una de las plazas más triunfantes para el PP, donde Luisa Fernanda Rudi, su gran apuesta, logró romper la larga etapa socialista. Mariano recuerda las enseñanzas en su Colegio de los Jesuitas, en León, donde ingresó con diez años. De aquella formación, piensa y practica que hacer las cosas bien es importante. La política, si tú quieres, no te envenena. Rajoy la ha ejercido siempre con relativismo, bajo ese gran mapa que es la vida. Junto a su mujer, Viri, que aún con discreción, empieza a aflorar en la imagen pública, tiene los pies en el suelo y relee a Pérez Galdós, de cuyas obras es fervoroso.
Bastante más delgado, merced al ejercicio que se ha impuesto, no se deja impresionar por las encuestas. Cada vez más favorables, Mariano tiene presente ese dicho tan gallego del «nunca te fíes». La experiencia es un grado. Quedan pocos días para el desenlace. Y Mariano, en sus noches, se relaja con un ensayo de Casares Quiroga o algún poema de Rosalía. Su meta es seguir siendo un tipo serio, normal y un buen gobernante. Como él mismo ha escrito, con esperanza y en confianza.
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