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No merecen ser olvidados por Rosa Valdeón

No merecen ser olvidados por Rosa Valdeón
No merecen ser olvidados por Rosa Valdeónlarazon

Sahara… Acabo de regresar de una breve visita a los ya permanentes campos de refugiados saharauis. Todo parece igual....pero hay algo distinto.

 Llevo catorce años viajando periódicamente allí y siempre la misma paz, la paz de pobreza, la de aquel a quien ya no pueden quitarle nada. Esta vez les han herido. Les han intentado quitar la seguridad, la tranquilidad de los campamentos para que miles de cooperantes, de personas solidarias que viajan periódicamente dejen de hacerlo. Han secuestrado a tres cooperantes (hoy afortunadamente uno de ellos liberado y con la esperanza de que las gestiones realizadas por el Ministro de Asuntos Exteriores deriven pronto en la liberación de Ainoa y Enric).

 A nuestra llegada a Tindouf y hasta los campamentos nos escolta la policía argelina y durante nuestra estancia se limitan, en cierta medida, nuestros movimientos. Esta es mi primera pregunta...¿quién intenta asfixiarlos aún más ? ¿quién quiere asustar para que el miedo disminuya la inmensa solidaridad que despierta un pueblo lleno de valores que ha resistido pacifica y estoicamente 36 años de penurias?, ¿son solo terroristas o hay alguien más? Cuando llegamos a los campamentos la imagen es la de siempre. Parece imposible sobrevivir allí. Es lo más inhóspito del desierto pero con las personas más hospitalarias. No dejarán nunca de sorprendernos, ni a los que viajamos a menudo ni a quienes lo han hecho primera vez.

Esta vez están más al límite, si cabe. El pueblo saharaui vive el exilio más largo que se conoce. Nadie ha aguantado más tiempo en lo que solo debería ser un refugio provisional. Siguen viviendo de la ayuda internacional. ¡Qué gran paradoja! les damos alimentos que solo les sirven para mal vivir y no soluciones justas, que costarían menos y les devolverían la libertad. Reparten la escasa comida y hasta el agua está racionada, pero nadie a su lado pasa hambre. A nosotros nos dan lo que necesitarían para ellos. La poca comida, la de mejor alimento la reservan para nosotros. Pero esta vez algo más parece estar cambiando… Los jóvenes ya no soportan la indiferencia del mundo, no se resignan porque han nacido en un refugio donde no quieren morir. Están «viviendo», soportando las peores inclemencias del tiempo, la comida escasa, la ausencia de medicinas y, sobre todo, la pérdida de libertad y de esperanza. Nadie puede vivir en algo mucho peor que una cárcel y saber que esa inmerecida condena no tiene fin. Su desesperanza espera algo....su primavera.

España sigue siendo su gran referente. El tibio reproche que se oía en los primeros años ahora es su mayor esperanza. Han visto que, por encima de los gobiernos a quienes en mayor o menor medida reprochan su indiferencia, el pueblo español, las personas, los seres humanos, no les han fallado. Son miles las familias que acogen niños, miles los voluntarios que en múltiples actividades les ayudan a sobrevivir. Son miles los ciudadanos que de una u otra forma se sienten saharauis como ellos españoles. Ésta es su ayuda a la supervivencia pero esperan desesperadamente que la comunidad internacional no se olvide de ellos. Ahí el papel de España tiene que ser fundamental. Esperan más de este gobierno…de nuestro gobierno. El anterior les ha defraudado en lo más profundo de su corazón. Y España deberá sentirse orgullosa de poder jugar un papel fundamental en la resolución justa de una causa justa de quienes durante mucho tiempo fueron compatriotas y hoy son hermanos de corazón.
No merecen ser olvidados.