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Estilo canalla

La Razón
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La realidad edulcorada a veces necesita bocados amargos de humor sardónico. Fíjense sin ir más lejos en la antigua princesita de películas ñoñas para adolescentes, Lindsay Lohan, condenada ahora a ser carne de presidio, que si bien no se privó de soltar pucheros aparentando una inocencia púber al escuchar la sentencia, no tuvo reparos en taparse el rostro antiguamente angelical con las manos en cuyas uñas se podía leer claramente la leyenda «Fuck you» primorosamente esmaltada. Hasta el mundo más rosa tiene escondido su lado canallla.Es el momento en el que se resucita por ejemplo el punto gamberro, grosero y vitriólico de un personaje como Serge Gainsbourg, cuya apariencia desaliñada y sin afeitar, ojos saltones y párpados hinchados de permanente resaca tratan ahora de imitar los estilistas creadores de tendencias. Ahora que sale una película sobre él, reencarnado con un toque de moderno glamour por el modelo Eric Elmosnino, puede volver a ponerse de moda el tipo de macarra ilustrado que el representó con genio y figura, capaz de seducir a las bellezas más exquisitas de su época, desde Brigitte Bardot a Jane Birkin, con mordaz ingenio y sin necesidad de ducharse o evitar un eructo antes de dar un beso. Aunque su celebridad se deba al escándalo que provocó una de las canciones más cursis de la Historia, «Je T'Aime, moi non plus», puede decirse que su mito y fortuna se construyeron gracias a su descarada habilidad para epatar a la burguesía. Tan pronto con su «Rock around the bunker» o cantando un tema incestuoso con su hija Charlotte. Formas de entender la rebeldía patafísica a lo Boris Vian dándole un toque «chic» a la fealdad deslenguada. Hoy un estilo ejemplar.