Japón
Qué bello es vivir
En el epílogo de «Recuerdos de un callejón sin salida», Banana Yoshimoto afirma que de todo lo que ha escrito hasta ahora, estos cinco relatos son su obra preferida y que el simple hecho de haberlos escrito hace que se sienta orgullosa de su profesión.
No es difícil saber por qué, dentro de una obra tan exquisita, compuesta por novelas, ensayos y cuentos no menos exquisitos, la autora japonesa haya pensado que este libro, y no otros, constituye el centro de su ars poetica. Es fácil advertirlo: en él se unen las coordenadas por las que ha transitado su narrativa pero con un agregado bastante espacial: todas las historias, más allá de que rocen el desencanto y la tragedia, tienen un final feliz.
Desde los compañeros de universidad que en «La casa de los fantasmas» se reencuentran a la vuelta del tiempo después de una separación dolorosa, hasta la joven que en «¡Mamaaa!» primero debe aceptar el veneno que se anida en su interior para liberarse de la melancolía en la que se encuentra atrapada, los personajes de estos cuentos no pierden, en ningún momento, su sentido de la esperanza y aprenden, en un presente constante, a vivir con lo que la propia vida les ofrece en cada instante.
Así, en «Recuerdos de un callejón sin salida», Banana Yoshimoto (que en Japón es considerada la hermana menor de Haruki Murakami por su sensibilidad para indagar en las profundidades del alma humana) arroja sobre el mundo que la envuelve una mirada tan desoladora y epifánica que es capaz de revelar, entre la oscuridad y el desamparo, la luz que, más allá de la soledad y de las tristezas cotidianas, ilumina lo más íntimo de cada persona.
«Recuerdos de un callejón sin salida»
Banana Yoshimoto
Tusques
216 páginas. 17 euros.
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