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Siria: 9000 muertos y un plan de paz en el aire

Annan logra un alto el fuego de dos horas para que entre ayuda humanitaria. La oposición desconfía de la palabra del régimen 

Siria: 9000 muertos y un plan de paz en el aire
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El Cairo- Desde Homs, los opositores sirios denuncian que la ciudad sigue bajo el asedio y los bombardeos del Ejército, a pesar de que el mundo ya se haya olvidado de ella. Según el Consejo Revolucionario de Homs, siguen escaseando los víveres y los medicamentos, hay cortes de agua y luz durante horas, y no hay pan para comer. Ayer al menos doce personas fallecían en la que se conoce ya como la ciudad mártir, símbolo de la resistencia contra el régimen del presidente Bachar al Asad, pero también de la determinación de éste en acabar con la revuelta.

El régimen de Asad redobló ayer sus esfuerzos propagandísticos anunciando que acepta el plan de paz propuesto por el enviado especial de la ONU y la Liga Árabe, Kofi Annan, según confirmó su oficina en un comunicado.

El plan consta de algunos puntos básicos e indispensables para detener la violencia, como la retirada de las tropas y la artillería pesada de los centros habitados y un alto el fuego de dos horas cada día que permita el acceso de la ayuda humanitaria a las zonas afectadas por los combates, con la supervisión de la ONU.

Última oportunidad
La oferta rebajada elaborada por Annan incluye las mismas condiciones que ya había puesto sobre la mesa la Liga Árabe en noviembre del año pasado, en la que ha sido calificada por la comunidad internacional como la última posibilidad para alcanzar una solución. Pero el enviado ha pedido a Damasco que ponga en práctica su compromiso de inmediato, porque ya anteriormente el régimen había aceptado el plan de paz del organismo panárabe sin respetarlo ni aplicarlo jamás.

Éste podría ser un nuevo movimiento de Asad para seguir ganando tiempo, tal y como sospecha la oposición, ya que el dictador nunca ha cumplido sus promesas. De hecho, el embajador estadounidense en Siria, Robert Ford, manifestó ayer su escepticismo sobre la aceptación del Gobierno sirio del plan de la ONU y de la Liga Árabe y aseguró que el presidente Bachar al Asad, debe adoptar decisiones y no sólo realizar declaraciones. Ford abandonó el país el mes pasado, en respuesta a la represión del régimen a las manifestaciones en su contra.

Mientras, el régimen prosiguió ayer con las operaciones militares en todo el país, en las que murieron al menos 57 personas, según los Comités de Coordinación Locales. El principal grupo opositor dentro de Siria denunció que 23 personas fueron ejecutadas en Saraquib, en la provincia de Idlib (norte), en la plaza de la Libertad.

La ONU revisó ayer la cifra oficial estimada de muertos y la aumentó a más de 9.000 desde el estallido de la revolución hace ahora más de un año. Según informó el coordinador especial de la ONU para el Proceso de Paz en Oriente Medio, Robert Serry. «Varias estimaciones creíbles sitúan el número total de fallecidos desde el comienzo de la revuelta, hace un año, en más de 9.000», declaró Serry en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. La ONU ya había alertado hace quince días de que la cifra de víctimas mortales superaba las 8.000. Serry afirmó que la violencia «continúa y no disminuye» y por ello «siguen muriendo y resultando heridas decenas de personas». «Es urgente detener los enfrentamientos y evitar que el conflicto se agrave», subrayó.

Nada ni nadie ha conseguido detener las matanzas y existen pocas esperanzas de que Kofi Annan lo consiga, aunque por primera vez contaría para ello con el respaldo de Moscú y Pekín.

 

Asad visita el barrio que tanto castigó
El dictador visitaba ayer el castigado barrio de Bab Amro, que fue bombardeado ininterrumpidamente en febrero, y que se encuentra destrozado, además de desierto. Los medios estatales sirios mostraban cómo Asad era recibido cálidamente entre cantos de «lealtad» por los ciudadanos, mientras supervisaba la reconstrucción de un barrio que sus tropas atacaron sin piedad hasta conseguir echar a los rebeldes. El presidente dijo ayer que era «un deber restablecer la seguridad» e «imponer la ley» en Homs, según sus declaraciones recogidas por la agencia de noticias oficial, y prometió que la vida «volverá a la normalidad» en Bab Amro.