Sucesos
Un gran paso
En menos de 24 horas, tres personas de una misma familia fallecieron atropelladas en una localidad coruñesa mientras un hombre y su hijo de dos años morían arrollados por un conductor en un paso de peatones. Son sólo dos casos de los muchos que se producen a diario, aunque no todos salgan en los medios de comunicación, ni por supuesto en las estadísticas de la DGT.
La muerte por atropello, ya sea en carretera o en ciudad, siempre se debe a un despiste o a una falta del peatón o del conductor. Pero en esto, como en todo, se aplica la ley del más fuerte, donde Goliat-conductor tiene todas las de ganar sobre David-peatón.
Los pasos de peatones parecen estar de adorno. Si lo observa, las personas que están a punto de atravesar por un paso de cebra no se atreven a hacerlo, y miran una y otra vez con la misma temeridad con la que los conductores ignoran su señal sobre el pavimento.
Hace dos días presencié cómo un hombre, que estuvo a punto de ser atropellado en un paso de peatones, fue insultado por un conductor que no respetó el paso de cebra pero que, sin embargo, tuvo tiempo para detener su coche –entonces sí–, bajarse de él y casi matar allí mismo al pobre viandante, que en cuestión de segundos estuvo a punto de perder la vida hasta en dos ocasiones.
Aunque sea como homenaje póstumo a su creador, el ingeniero británico George Charlesworth, fallecido recientemente, respetemos los pasos de cebra. Sería un gran paso.
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