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Mas no conoce a Maimónides
En el siglo XII, Maimónides, un exiliado judío en Egipto, redactó un juramento para uso de los médicos. La razón era doble. Por un lado, como monoteísta estricto, Maimónides no veía con agrado el juramento hipocrático que comenzaba refiriéndose a deidades paganas, pero, por otro, consideraba que la fórmula del médico griego resultaba insuficiente. Así, Maimónides introdujo una frase en el compromiso de cualquiera que se dedicara al arte médica que decía «nunca veré en el paciente nada distinto a un semejante que sufre el dolor». La fórmula tenía una extraordinaria relevancia en una época en que el soberano de Maimónides, el kurdo Saladino, se enfrentaba con las fuerzas de Ricardo Corazón de León o con los terroristas de la secta de los «asesinos» y el propio médico había tenido que huir de una Al-Ándalus ocupada por integristas islámicos y no había podido asentarse en una tierra de Israel marcada por la intolerancia. Todo eso era cierto y Maimónides lo sabía como pocos, pero, precisamente por ello, quería insistir en que un médico no puede ver en el enfermo a un enemigo sino sólo a alguien que sufre. Me he acordado de Maimónides –al que dediqué hace años dos de mis novelas– al saber que un protocolo del Gobierno de Artur Mas ha establecido que el facultativo «siempre hablará en catalán, independientemente de la lengua que utilice su interlocutor». En el caso de que durante la conversación el paciente dé muestras de no entender el catalán, según el protocolo, el personal sanitario tiene que preguntarle si entiende la lengua y, aun así, debe seguir hablando en catalán aunque observe en el receptor «cierta dificultad» de comprensión. En esos casos, el Gobierno nacionalista de Artur Mas permite «utilizar recursos no verbales y material gráfico de apoyo». Si es imposible la comunicación en catalán, el trabajador sanitario puede hablar en español, pero entonces, según el protocolo, «debe repetir palabras o frases en catalán para ir introduciendo la lengua en el universo del recién llegado». Es público y notorio que no comulgo con las posiciones del nacionalismo catalán y que sostengo que para Cataluña ha constituido una plaga bíblica. Sin embargo, esta situación pasa de castaño oscuro. El enfermo para un médico, para una enfermera, para un celador, sólo puede ser un ser humano como ellos al que aliviar el dolor y, si cabe, curar. Cuando se olvida algo tan elemental, cuando se es capaz de separar a unos pacientes de otros por razón de una lengua, cuando se realizan semejantes distingos, se entra en el terreno vil de lo inhumano. Maimónides lo supo ver. Claro que dado que no escribió en catalán, lo más posible es que Mas no tenga ni idea de quien fue ese Maimónides que en su tumba galilea ordenó poner un epitafio que rezaba «Moisés el español».
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