y Tomás intenta recuperar la rutina del bar

«No tengo miedo, la vida sigue y tengo que sacar adelante mi negocio», afirma el propio Tomás. Además asegura que cuando entró el atracador al bar se encontraba demasiado nervioso, llegando a golpear a Tomás con su pistola en la cabeza, provocándole un «chichón», pero poco a poco fue tranquilizándose hasta desahogarse con él, llegando a manifestar que se encontraba bajo tratamiento psicológico. Todo mientras retenía a Elías, natural de El Salvador, con un cuchillo en su cuello. Tomás, quien hasta el pasado sábado nunca había tenido una experiencia similar, cuenta como minutos antes de la liberación,el atracadro llegó a pedirle una «caña», y se la quiso pagar. En referencia a los rumores que sitúan al atracador como residente del barrio, Tomás afirma no haberle visto en su vida, ya que conoce bien a los clientes que suelen ir a su bar. Por otro lado, hubo suerte en que sólo fuesen dos los rehenes. Tanto el hijo como la mujer de Tomás estuvieron muy cerca de encontrarse en el interior del establecimiento en el momento del asalto. El primero de ellos quiso entrar al local al ver que su padre estaba en peligro, pero fue el propio Tomás quién le gritó que se fuera y llamase a la Policía. Por su parte, la mujer llegó a los pocos minutos de que acudieran la Policía y, ante su intento de entrar al bar, las autoridades policiales se opusieron. En su vuelta a la rutina, Tomás agradece el apoyo de los vecinos y destaca el gran trabajo realizado por los mediadores de la Policía.