Feria de Bilbao

Talavante se crece y convence al manso

Las Ventas (Madrid). Undécima de San Isidro. Se lidiaron toros de Parladé y Juan Pedro Domecq, 4º y 5º. Pobres de presentación, con cara, pero sin remate. 1º, 2º y 3º, tan manejables como sosos. 4º y 5º, de buena clase. El 6º, manso, derrotón que acabó por entregarse. Lleno de «no hay billetes». Sebastian Castella, de malva y oro, media (silencio); buena estocada (oreja con protestas). José María Manzanares, de azul y oro, estocada caída (aplausos); estocada (oreja). Alejandro Talavante, de nazareno y oro, pinchazo, estocada, descabello (silencio); aviso, pinchazo, estocada atravesada, dos descabellos, dos avisos (vuelta).

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Cerraba el sexto de Parladé la corrida más polémica de todas las que llevamos. La sorpresa nos esperaba después. Manseó el toro, un descaro cuando Talavante le plantó cara en los inicios de faena. Tomaba la muleta con una inercia de profundidad a lo sumo en dos naturales, pero cuando veía de cara las tablas, se iba derecho, sin billete de vuelta. Rajado a las claras. Se acababa la tarde así, con dos orejas. Una se había llevado Manzanares en una faena bonita, de altibajos, y protestada la de Castella, ligereza en el palco presidencial, aunque el francés había estado poderoso y muy de verdad. Nos equivocamos en el pronóstico de ese último toro de la tarde. Le acompañó Talavante al lugar donde el Parladé quería. Y en las tablas le puso la muleta con una entrega que encontró pronto eco en los tendidos. El toro protestaba y en esa reivindicación se intuía en el derrote. La seguridad de Talavante fue de plomo. Sincera. Descreída de adornos. Menos pensábamos aún que metería al toro en vereda en unas tandas de naturales de mano baja, ligados, templados y muy emotivos. Un Talavante importantísimo que logró sacar el buen fondo del toro. Sometido y convencido. Antes de entrar a matar, buscaba Talavante subir el nivel, al fondo planeaba la ilusión, repetir la gesta de las dos orejas que te llevan directo al cielo de Madrid. Y quiso rematar con manoletinas. En una de ellas, le cogió el toro por la chaquetilla y si se salvó fue porque en el ruedo los milagros están a la orden del día. En el filo de la espada llevaba el triunfo. Y se le fue. Romo el acero. Destemplado el torero en el último tiempo, en ese intento de volver a matar recibiendo. Culminar la obra con mayúsculas. Torerazo Talavante ayer. En gran momento. Lo intentó con el insustancial tercero. Borrado todo del mapa en el sexto.
 

Era la tarde de la polémica. De hecho había comenzado mucho antes. Se rechazó la corrida completa de Garcigrande que se anunciaba (14 toros) y tras la locura de veedores de ambas partes, se aprobó una de Parladé y Juan Pedro, que tenía cara pero poco remate. Escurridos más de uno a modo de sardinas. Impresentables para ser Madrid. San Isidro. Las figuras. Se protestó desde los tendidos. Normal. Había motivos de sobra. A la postre, los argumentos en el ruedo pareció dejar contento al público. Manzanares se fue de Madrid con otra oreja. Está para no perdérselo. La torería que destila en el ruedo marca un punto y aparte, como su cuadrilla, que se desmonteró y va a llegar un momento que cuando no lo hagan será noticia.

Manzanares se lució en el quinto, el toro de Juan Pedro que tuvo condiciones y un torero con temple y gusto. Dejó naturales, sobre todo una tanda, de cante grande, qué manera de torear más bonita. No fue una faena rotunda, pero tuvo momentos muy buenos y una estocada, punto caída, pero tirándose de verdad. Madrid está de su parte y el trofeo no se discutió. Se desquitó de la labor ante su segundo, escurrido de carnes, como los tres primeros toros, sobre todo, con el que pasó la cosa anodina.
 

Castella cortó un trofeo con protestas. Al presidente le costó demasiado poco sacar el pañuelo. Un exceso, un cachondeo. Pero el francés dejó una labor muy bien hilada, desde el capote hasta la estocada. Impecable en el planteamiento y el desarrollo ante un toro que se desplazó con cierta clase pero se vino a menos. ¿Qué faltó? La plaza no se rompió en olés... Consistencia, entusiasmo... Superó la sosería del primero.
 

Talavante se pone de nuevo en circulación. Se pone interesante.