Debate Estado Nación
Azul y con pintas por Ely del Valle
No ha sido un «alea jacta est» porque los dados, según los sondeos, ya están echados, pero estaba obligado a intentarlo. Para Rubalcaba el debate tenía dos finalidades: extender un colchón dialéctico que le amortigüe la caída y marcar distancias con su pasado. El problema es que cuando uno tiene que hacer oposición al contrario y a sí mismo a la vez las posibilidades de que la realidad se le termine clavando en todo lo alto son muchas. Rubalcaba llegó con la daga entre los dientes y el programa del PP aprendido e interpretado a conveniencia; intentó desviar el discurso de Rajoy obligándole a responder a sus preguntas e intentó colocar el mensaje del PP convenientemente tergiversado. Le perdió su constante alusión a lo que hará Rajoy, dando por hecho quién ganara el 20–N, y se comportó más como un paparazzo, metiendo el micro hasta el cogote, que como candidato a Presidente. Empezó parpadeando a 200 rpm y terminó haciéndose el harakiri con un «Y ahora es usted el que miente», que quedará para la Historia. No fue un buen debate para Rubalcaba. Hoy, seguramente, la mayoría de los votantes sigue prefiriendo a Rajoy para comprarle un coche de segunda mano.
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