Móstoles

La familia de Antonio Meño vuelve a casa

La familia de Antonio Meño, el hombre que permanece en coma desde hace 21 años por una presunta negligencia médica, comenzará a recoger sus cosas en unas horas para poder marcharse esta tarde a su casa tras 521 días de protesta a la intemperie, según ha confirmado la madre del afectado, Juana Ortega. 

La familia de Antonio Meño vuelve a casa
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«¡Madre mía, mi parasol! ¡Sí que ha aguantado!» Lourdes contempla emocionada el desmontaje de la caseta reivindicativa en la han vivido sus suegros y su cuñado Antonio durante casi un año y medio. El parasol, que fue con lo primero que llegó Juana a la plaza en el verano de 2009, acabó haciendo las veces de porche de la casa y de «sujeta-pancartas». Ayer fue un día de mucho ajetreo en el campamento de los Meño pero Juana y Antonio arrastran cansancio desde hace demasiado tiempo. «Ya no aguantaban más, esto ha sido agotador», dice su nuera. Lo mejor del día, sin duda, el recibimiento de las vecinas en el portal. «¡Enhorabuena, sois los mejores!», les gritaban entre aplausos. En todo este tiempo, Juana no ha pisado ni un día su casa. «A ver qué me encuentro...», decía mirando a su hijo Fernando, el encargado de tenerla a punto y que ha seguido viviendo allí todo este tiempo. «Yo creo que la he limpiado bien», contestaba su hijo. Pero antes de subir al cuarto piso, un imprevisto: la silla de Antonio no entra en el ascensor. Finalmente, colocándola estratégicamente, consiguen encajarla. Desde que le han bajado de la furgoneta Antonio no ha dejado de gritar. «Ha reconocido el portal y se ha puesto nervioso», intuyen. Ahora toca subir todos los trastos, pero primero acomodar al enfermo. Mari Carmen, la vecina de arriba, recuerda emocionada lo «guapísimo» que iba Antonio el día que le operaron. «Le conozco desde que nació y no me acostumbro a verle así. Por lo menos ahora, vuelve a vivir como Dios manda».


La última hoja del calendario
«Nos habían impreso folios hasta el día 530, pero no los hemos gastado todos», comenta el padre de Antonio. El 522 ha sido el último papel de este calendario que rompieron ayer. La familia vivió ayer momentos de risas, al desmontar la caseta –«me quito de aquí a ver si se me va a caer algo encima», decía una cuñada– y de emoción al regresar a Móstoles y ser acogidos por los vecinos de una forma tan calurosa. También escucharon aplausos al irse de Jacinto Benavente.