La piedra filosofal del Barça

Messi quiso ir a los Juegos hace un par de años y Guardiola no puso un pero. Messi quiere jugar siempre y Guardiola lo alinea siempre. Messi no quiere ser cambiado y Guardiola no lo sustituye nunca. Parece fácil, pero no lo debe de ser tanto si nos atenemos a cómo han abandonado el Barcelona la mayoría de sus estrellas. Con Messi y Guardiola, la cosa transcurre por unos derroteros bien distintos.

Messi, además, se ha encontrado con una generación única de jugadores en el Barça, lo que ha propiciado su ascenso a la categoría de mejor futbolista del mundo. La «Pulga» ha madurado como jugador y se ha convertido en una máquina casi perfecta. Messi también ha explotado como goleador, una faceta que permanecía oculta hace tan sólo dos temporadas. Hace un año, acabó el curso con 47 goles, igualando el récord absoluto del club, en posesión de Ronaldo Luiz Nazario en la temporada 1996-97, y de los equipos españoles, obra de Puskas (59-60).

Pero Messi no tiene suficiente con igualar récords, los quiere para él solito. Quedan casi dos meses para que acabe la presente temporada y el argentino ya ha alcanzado esa marca con los dos goles que anotó ante el Almería. Lo ha hecho en 46 partidos, tres menos que Ronaldo, por ejemplo. Y ahora tiene entre 9 y 12 partidos para superar la marca y entrar definitivamente en la historia.

Pero la madurez de Messi no sólo se demuestra con sus goles, sino también con sus pases de gol, faceta en la que tritura récords al mismo ritmo. Acumula 23, 18 sólo en la Liga, una marca ya para la historia. Esto significa que Messi ha participado en 70 de los 135 goles que ha marcado el Barça esta temporada. Una brutalidad. Bien hará Guardiola en seguir mimándole.