Afganistán
El peor valorado de la democracia
Los ciudadanos le puntúan con un 3,3, según el CIS. Llegó con la guerra de Irak y se despide con Libia
Madrid- José Luis Rodríguez Zapatero abandona la Moncloa con la peor valoración de la democracia. Ni siquiera José María Aznar durante su intervención en Irak obtuvo una nota inferior, o Felipe González al término de su controvertido Gobierno. Los datos del CIS son concluyentes: 3,30 es su puntuación.
Una despedida que difícilmente nos catapulta, dos legislaturas atrás, al Zapatero que llegó a La Moncloa respaldado por una opinión pública que, como él, rechazaba la guerra de Irak. El atentado del 11-M en 2004 supuso la confirmación de su propaganda: si a finales de 2003 el PP aventajaba al PSOE en 7,7 puntos, el 14 de marzo Zapatero se «sentó» en el Congreso con 148 escaños.
Zapatero supo mantenerse en los primeros años de su mandato. Un momento dulce que avivó la ironía de algunos apodándolo «Bambi». Al igual que, según Umbral, Felipe González fue para muchos españoles «Beatles y pantalones de campana», Zapatero también trajo aires nuevos. «Zapatero y el célebre talante», comenta el periodista Martín Prieto. «El marketing de su imagen era muy bueno: delgado, joven y atractivo. Que conjuntaba con la primera etapa de bonanza económica».
Sus medidas sociales sirvieron hasta de metáfora de libertad, el cine italiano tituló «¡Viva Zapatero!» una película para denunciar la política de Berlusconi. Fue pionero autorizando el matrimonio homosexual o la ley del divorcio express, y sus medidas económicas fueron populares para un sector, como los 400 euros del cheque-bebé. Reformas que supusieron votos de un sector de la sociedad, y que compensaron las protestas de otro por, entre otras medidas, la LOE, la asignatura Educación para la ciudadanía, el Estatuto catalán, o las tropas en Afganistán. «Entre el Gobierno de Zapatero y el de la II República se produce un paralelismo», considera el sociólogo Amando de Miguel. «En los discursos de Azaña no hay referencias económicas, pero sí se dedicaban a retirar crucifijos, al igual que Zapatero. La diferencia es que él sí ha tenido asesores económicos».
A finales de 2008 comenzó el declive de la opinión de la ciudadanía respecto a Zapatero debido a una crisis que ha dejado a casi cinco millones de personas en el paro. Siete meses después de las elecciones de 2008, el dirigente socialista perdió un millón de votos.
Pérdida de identidad
«Zapatero en un principio tuvo un buen Gobierno», opina Enrique González Duro, escritor especializado en personajes políticos. «Cuando empezó a tambalearse prefirió rodearse de gente fiel, que suele ser la más mediocre, como Leire Pajín. Y echó de su lado a los que le llevaban la contraria, como Solbes. Eso refleja debilidad y falta de control, la sociedad lo nota».
Falta de control que se ha ido manifestando en una política cada vez más prohibicionista, que ha desembocado en la pérdida de identidad socialista. Medidas cortaplacistas y oportunistas (no conducir a más de 110 km/h, la ley antitabaco... ), reformas económicas impuestas (reducción del sueldo de los funcionarios, subida del IVA o reforma del sistema de pensiones) que alejan la imagen relajada de 2004. «Yo soy un demócrata social. El programa de una izquierda pasa por una economía bien gobernada con superávit de las cuentas públicas e impuestos moderados. Conjugado con la extensión de los derechos civiles y sociales», aclaró Zapatero al comienzo de legislatura.
Para José Luis Sanchís, director de campañas electorales, una buena parte del éxito de Zapatero durante su Legislatura se debe a una hábil propaganda electoral. «Cuando un candidato que no se espera que gane lo hace de un modo tan extraño la popularidad sube. Si a eso le sumas sus sorprendentes reformas del principio tienes una receta perfecta. Pero la burbuja financiera ha podido con cualquier eslogan contra la guerra de Irak».
Eslogan que se pierde en el recuerdo con la actual intervención militar. Zapatero se despide con sus tropas contra Gadafi. «A pesar de su imagen pacifista, Zapatero trajo una puesta en cuestión de toda la historia reciente de la Transición española», dice José María Marco, escritor y analista político. «Un ejemplo es la Ley de la Memoria Histórica. La opinión pública ha detectado rápido su incoherencia con la participación militar en la guerra de Libia».
Las otras despedidas
- Adolfo Suárez: El 29 de enero de 1981, anuncia que se va: «He llegado al convencimiento de que en mis actuales circunstancias, mi marcha es más beneficiosa para España que mi permanencia. Me voy sin que nadie me lo haya pedido».
- Calvo Sotelo: Las luchas internas en UCD provocan la inestabilidad en su gobierno y en agosto de 1982 se disuelve.
- Felipe González: En el 34 Congreso del PSOE renuncia a continuar en la secretaría general. «Una generación que dirigió el partido durante años va a dar paso a otra». Al año siguiente rechaza ser candidato.
- José María Aznar: En enero de 2002, durante el XIV Congreso del PP anuncia que no volverá a ser candidato. «Os presento mi candidatura a la presidencia del PP, por 5º vez y es la última. No creo en la prolongación personalista de los liderazgos políticos».
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