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Dar por Paloma Pedrero
Apartir de la donación que ha realizado Amancio Ortega a Cáritas, nos enteramos de cosas muy interesantes. Sabemos, por ejemplo, que existen alrededor de cuatro millones de personas en España que aportan regularmente dinero, hasta sumar entre todos 678 millones de euros anuales. A éstos, habría que añadir los que donan puntualmente. Sumados unos y otros sale que un 18% de la población española es donante. Según los expertos, qué curioso, es la gente más humilde la que realiza más acciones de filantropía. Es curioso, pero nada extraño. Los humanos somos tan brutitos que nos cuesta una enormidad ponernos en la piel de los otros. Por eso, personas que han tenido una vida fácil en riqueza y salud raramente aportan a los excluidos o desheredados; no parecen entender. Sin embargo, la gente que ha soportado una infancia o juventud difíciles, que ha sufrido soledad o necesidades, que ha tenido que pelear con uñas y dientes, son más amables y solidarios. Yo creo, asimismo, que las personas con una sensibilidad muy marcada son las que pueden caer más fácilmente en conflictos y abismos. Sentir con el otro, tener compasión, es estar desabrigado de corazas, y eso te hace más vulnerable. Y mejor persona. Mientras el mundo sea tan injusto y desigual en oportunidades, mientras hacemos por cambiarlo, hay que actuar con generosidad con quienes están peor. Todos podemos pasar una mala racha, todos podemos caer en la más imperiosa necesidad. Si fuéramos conscientes de este hecho, si supiéramos que «todo lo que retuve lo perdí, sólo me queda lo que di», a ese dieciocho por ciento se sumaría una multitud. Y tendríamos más todos. Y el mundo sería mejor, más hermoso.
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