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Soja: No todo son beneficios en la legumbre «milagrosa»

Tiene proteínas de calidad y es más sana que una hamburguesa. Sin embargo, a la soja se le han atribuido beneficios que sólo serían posibles si, tal y como sucede en Asia, la hubiéramos consumido desde niños. Sirve para luchar contra los sofocos de la menopausia y combatir el colesterol, pero interfiere en la absorción de algunos nutrientes y se especula sobre si afecta a la calidad del semen 

La salsa de soja intensifica el sabor de multitud de platos
La salsa de soja intensifica el sabor de multitud de platoslarazon

Mientras que la soja es uno de los alimentos básicos en los países orientales, su consumo en Occidente cada vez está tomando más fuerza. Sus bondades nutricionales, especialmente para la salud de la mujer y para mantener en forma el corazón, la han posicionado en un lugar prioritario y cada vez es más frecuente encontrar todo tipo de productos que la incluyen en su composición. De hecho, los expertos en nutrición la consideran la legumbre más completa. Según el doctor Alejandro Domingo Gutiérrez, especialista en Medicina Interna, Endocrinología y Nutrición del Hospital USP San Camilo de Madrid, «por cada cien gramos contiene 35 gramos de proteínas, así como ocho aminoácidos esenciales, grasas insaturadas, hidratos de carbono, vitaminas, minerales y fibra».

Más allá de los alimentos enriquecidos con esta legumbre, también aparece como un ingrediente invisible en multitud de productos, sobre todo en los procesados y en los de comida rápida como alitas de pollo, nuggets y lasañas, entre otros. De hecho, se estima que hasta el 70 por ciento de los alimentos de consumo habitual contiene soja sin que el comprador lo sepa. La razón de su empleo radica en que se trata de una proteína muy barata que, además, cuando se muele da como resultado un aceite vegetal de alta calidad. Sin embargo, si se procesa a altas temperaturas, su grasa puede convertirse en los populares ácidos grasos trans, perjudiciales para la salud. En la medida en que sea posible, la doctora Juana Morillas, profesora del departamento de Tecnología de la Alimentación y Nutrición de la Universidad Católica San Antonio de Murcia. recomienda «leer muy bien las etiquetas para identificar fuentes de soja en otros alimentos que se incluyen como proteína vegetal hidrolizada».

Durante la menopausia, muchas mujeres han encontrado en la soja el remedio para paliar las molestias propias de esa etapa, así como para evitar el tratamiento hormonal sustitutivo. Esto se debe a la presencia de isoflavonas que actúan como estrógenos naturales. «Puede atenuar los síntomas del síndrome climatérico leve como sofocos, insomnio y alteraciones del carácter, entre otros. Sin embargo, cuando la sintomatología es importante y molesta, los fitoestrógenos tanto de la soja como de sus derivados no van a ser suficientes. El hecho de que no tengamos estudios a largo plazo con suficiente evidencia científica supone una limitación para su manejo, sobre todo durante largos periodos de tiempo», sostiene el doctor Jackie Calleja, ginecólogo del Hospital Universitario Quirón de Madrid.

Por este motivo, Connie Weaver, profesora del departamento de Alimentación y Nutrición de la Universidad Purdue de Indiana (EE UU), sostiene que «los beneficios en los países asiáticos se deben por un consumo de soja durante toda la vida, mientras que en Occidente la gente es más proclive a tomar leche o un complemento alimenticio a partir de una cierta edad». En esta misma línea se sitúa la doctora María José Rodríguez, ginecóloga del Hospital Infanta Sofía de Madrid, quien matiza que «al consumir muy poca cantidad de soja en España, cuando una mujer quiere aliviar los síntomas de la menopausia, la recomendamos en forma de suplemento para garantizar la dosis adecuada».

¿Efecto protector?

Asimismo, la inclusión de la soja en la dieta habitual está relacionada con un menor riesgo de padecer cáncer de mama. «Se ha visto que en las mujeres orientales en las que existe un consumo de soja desde la infancia sí hay una menor incidencia de algunos tipos de cáncer, entre ellos el de mama, pero tomar soja en periodos puntuales de tiempo no es garantía de prevención ante algunas enfermedades», advierte Calleja. Asimismo, Mark Messina, del departamento de Nutrición de la Universidad de Loma Linda de California, está convencido de que «para reducir el riesgo de cáncer de mama habría que haber tomado soja desde la infancia, al igual que sucede con el tumor de próstata». Para conocer la dosis exacta que hay que ingerir para alcanzar sus beneficios, Messina recomienda «hasta tres raciones al día para reducir los sofocos, una toma diaria frente al cáncer de mama y dos tomas contra el cáncer de próstata. En el caso de una persona sana, con dos raciones al día sería suficiente». No obstante, no hay que pasar por alto, según sostiene Teresa Ortega, profesora de Farmacología de la Universidad Complutense y vicepresidenta del centro de Investigación sobre Fitoterapia, (Infito), que «las enfermas de algunos tipos de cáncer hormono-dependientes deben consultar a su médico, ya que por pura precaución conviene evaluar la cantidad total de isoflavonas que consumen como ingredientes de sus alimentos». Hay que tener en cuenta que los fitoestrógenos «actúan como hormonas sexuales que inciden en los ciclos y en el desarrollo reproductivo y pueden actuar sobre la glándula tiroides, provocando algunos trastornos. Algunos estudios sugieren que los isoflavonas pueden inhibir la función de la glándula de tiroides, aunque sólo puede ser significativa en los individuos que tienen deficiencias de yodo. Lo que se conoce hasta el momento es que dos isoflavonas de la soja, genisteína y daidzeína, pueden competir con una enzima que se utiliza para la producción de hormona tiroidea. Sin embargo, este hecho se ha observado principalmente cuando la persona sufre déficit de yodo. También, cuando la soja se consume junto a la levotiroxina (fármaco usado para tratar el hipotiroidismo), se puede inhibir la absorción de este medicamento, requiriéndose mayor dosis para lograr el efecto deseado», advierte Morillas. Uno de los motivos por lo que la soja ha adquirido popularidad en los últimos años se debe a sus efectos sobre el perfil lipídico. Gracias a su composición nutricional, «disminuye los niveles de colesterol "malo"o LDL y aumenta el "bueno"o HDL. Este efecto reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, así como la tendencia a formar placas de ateroma», asegura Calleja. Según David Jenkins, del departamento de Ciencias de la Nutrición de la Universidad de Toronto (Canadá), «el consumo de soja puede reducir el LDL entre un cuatro y un seis por ciento». El secreto reside, para Messina, «en que poseen muy pocas grasas saturadas, abundan las poliinsaturadas y ácidos grasos omega-3». Está demostrado, según Mara Vitolins, profesora asociada del Departamento de Epidemiología de la Universidad de Wake Forest en Estados Unidos, «que sólo 25 gramos de proteínas de soja al día reducen el riesgo cardiovascular». La presencia de la soja en multitud de lácteos puede hacer pensar que su consumo previene la osteoporosis. Sin embargo, Messina advierte de que «todavía hay mucha especulación al respecto, pero el cuerpo absorbe igual el calcio de la leche de soja y el de vaca».

Espermatozoides «vagos»

Si este alimento puede servir de ayuda a las mujeres, quizá no sea tan recomendable en los hombres, sobre todo si desean tener hijos. Al menos, así lo pone de manifiesto un estudio elaborado por investigadores de la Universidad de Harvard, Estados Unidos y publicado en 2008 en la revista «Human Reproduction», que observaron una menor cantidad de espermatozoides en los varones que tomaban una mayor cantidad de soja. No obstante, el estudio se realizó en parejas con problemas reproductivos. A este respecto, Serge Nef, del departamento de Medicina Genética de la Universidad de Ginebra (Suiza), sostiene que «hay muy pocos estudios que examinen los potenciales efectos negativos del consumo de soja y su efecto sobre la reproducción». En cualquier caso, Vitolins insiste en que «si la soja interfiriera en la calidad del esperma, muchos hombres asiáticos tendrían problemas de fertilidad». Un metaanálisis de 36 estudios demuestra que ni la soja ni las isoflavonas reducen la testosterona en hombres, ni interfieren en la calidad del semen ni favorece en la feminización.

Pese a las bondades de este alimento, conviene dejar claro que su consumo puede interferir a la hora de asimilar ciertos nutrientes. En este sentido, Morillas advierte de que «posee inhibidores de la tripsina, que son sustancias que interfieren en la digestión de las proteínas en el intestino, disminuyendo, no sólo de las proteínas de la soja, sino de las de cualquier otro alimento que se ingiera junto a ella. Además cuenta con filatos, presentes en el revestimiento externo del grano que interfieren en la absorción de minerales clave como el hierro, el zinc, el calcio, el magnesio y el cobre, limitando su utilidad biológica. Posee un grupo de azúcares llamados oligosacáridos (estaquiosa y rafinosa), que no pueden ser digeridos por el organismo y son consumidos por bacterias del intestino humano, produciendo flatulencias intestinales».