Logroño
Pagar las pensiones con la taquilla por Juan Medina
Con frecuencia, nos interpelan a los aficionados desde el púlpito antitaurino: ¿cómo podéis justificar la tauromaquia por su rentabilidad económica? La respuesta, en un mundo donde impera la escasez, es obvia: la razón económica también importa. En realidad, quien explota últimamente el argumento mercantil es el «lobby» animalista. En su estrategia reciente, replicada en foros y debates, resulta prioritario insistir en el mantra de que las ferias taurinas sobreviven de manera artificial gracias a las ayudas públicas. Jamás aluden a los beneficios que los toros reportan a la sociedad.
Las corridas de toros generan un importante retorno económico en las ciudades donde se organizan festejos y en las zonas donde se ubican las ganaderías de lidia. Además, el Estado logra de estas actividades sustanciosos ingresos fiscales vía impuestos y tasas administrativas, que redundan en beneficio de todos los ciudadanos.
Sólo en concepto de IVA, y sin contabilizar otras tasas e impuestos, las festejos taurinos aportan más de 40 millones de euros a las arcas del Estado, una cifra que permite financiar 175.000 becas no universitarias,13.770 plazas en Educación Infantil o el pago mensual de 131.000 pensiones no contributivas, la mitad de las que existen en toda España. Los toros son el acontecimiento cultural que más ingresos proporciona a la Administración. En términos de IVA, seis veces más que el cine español y tres veces más que el teatro. El impacto económico de una semana de toros en una ciudad como San Sebastián, Logroño o Valladolid supera los seis millones de euros. Esa inyección de liquidez favorece a hoteles y comercios, transportes y restaurantes, y a toda esa extensa cadena de proveedores que satisfacen la demanda creada por una feria taurina. Prohibir los toros en San Sebastián no responde a la inviabilidad financiera del espectáculo. Revela tan sólo la incapacidad de algunos para convivir en una sociedad plural donde son posibles las pasiones propias y ajenas. Quienes pugnan por abolir los toros en San Sebastián, lo único que en realidad manifiestan es su talante totalitario, incompatible con la razón, el derecho y la sensibilidad.
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