Energía nuclear
Todo depende de que la vasija del reactor aguante
La fusión del núcleo de un reactor nuclear constituye uno de los accidentes más graves que pueden producirse en una central atómica.
En esencia se debe al sobrecalentamiento del combustible (uranio o plutonio) por falta de refrigeración o por un aumento incontrolado de la potencia del reactor. Las altas temperaturas, de miles de grados centígrados, pueden derretir el núcleo, que pasa de sólido a líquido y destruir la vasija de protección.
En el caso de la central japonesa de Fukushima, el corte del suministro eléctrico exterior, a raíz del terremoto, y la inutilización de los generadores de emergencia, por el tsunami posterior, dejó durante varias horas inutilizado el sistema de refrigeración.
Las altas temperaturas afectaron a las vainas de circonio en las que van embutidas las barras de combustible. Cuando los técnicos, siguiendo el procedimiento, inundaron el núcleo del reactor para enfriarlo, el circonio de las vainas reaccionó al contacto con el agua produciendo óxido de circonio e hidrógeno.
El hidrógeno fue expulsado hacia el exterior de la vasija del reactor, momento en el que se produjo la explosión.
Este proceso se repitió en dos de los tres reactores de la central nuclear. Por fortuna, la vasija acorazada del reactor y el edificio de contención aguantaron.
Sin embargo, parte de las barras de combustible han estado al descubierto –sin líquido de refrigeración– y es posible, incluso probable, que se hayan fundido parcialmente. La inyección de agua de mar, y el hecho de que la central parara sus reactores automáticamente, deberían evitar que se complete el proceso de fusión.
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