España
Zapatero vindicado por J A Gundín
Los socialistas españoles están más alegres que unas castañuelas por la victoria de Hollande, cuando deberían estar avergonzados porque el francés ha tenido el coraje que a ellos les faltó de no renegar de Zapatero en la refriega electoral. Mal que le pese a Rubalcaba, que lo recluyó en el lazareto para que los votantes no huyeran despavoridos el 20-N, Zapatero también ha triunfado en las elecciones francesas siguiendo la acendrada costumbre hispánica de ganar las batallas después de muerto. Sarkozy, mal aconsejado por algún experto del PSOE, cometió tres errores de bulto: poner como ejemplo de nada a un español; creer que un francés, aunque se llame Hollande, admite compararse con otro mortal, sobre todo si es de León; y aceptar, siquiera como hipótesis, que a Francia le puede pasar lo que a España. A don Nicolas le habría bastado con asistir a la final de un Roland Garros o a la última etapa de un Tour para percatarse de que a sus paisanos se les atraganta el protagonismo español, esa tribu al sur de «Les Pyrénées» que en verano es la que sirve las copas. Tendría que haberse acordado de las elecciones de 2007, cuando se enfrentó a la socialista Ségolène Royal. Por aquel entonces, Zapatero libaba las mieles de la admiración europea y al feminismo transpirenaico su presencia le producía convulsiones similares a las de Zerolo. Así que le reclamaron para el mitin de cierre de Madame Royal, lo que se hizo con gran entusiasmo y despliegue de bandera republicana incluido. Naturalmente, Ségolène se dio un batacazo de tal proporción que cinco años después quien ha llegado a la Presidencia ha sido su ex marido, del que se separó agriamente, gracias a la contribución involuntaria de Zapatero. Para que luego digan en Ferraz que gafaba las elecciones. Ingratos. Tres veces habrá de cantar el gallo.
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