Estados Unidos
El hombre del corazón de titanio
Hace cuatro meses, a Pedro Antonio Pérez le quedaban semanas de vida. Así se lo habían advertido sus médicos, y así lo notaba él mismo, cada día, «con una fatiga constante». «Veía que cada vez me acercaba más al precipicio», recuerda. Su corazón, dañado desde que sufrió un infarto, 15 años atrás, ya no aguantaba más y, con una miocardiopatía dilatada, el músculo ya no era capaz de contraerse de forma eficaz. La solución habría sido un trasplante, pero por su edad –67 años– y, sobre todo, por las enfermedades pulmonar y renal que padecía, no podía ni entrar en la lista de espera.
Ante esta situación, el cirujano del Hospital 12 de Octubre de Madrid que le había tratado le planteó una posible solución. Nunca se había hecho en España, pero sí fuera, y si salía bien, podría vivir casi tantos años como cualquier persona de su edad, además de llevar una vida normal: le iban a implantar un corazón artificial.
Pese al vértigo que produce la palabra, el paciente no se lo pensó. «Las explicaciones que me ofrecieron me dieron absoluta confianza. Me costó más convencer a algunos miembros de mi familia que vencer mis propios miedos».
Paseos a los diez días
Superados los obstáculos, el 4 de mayo entró en el quirófano, un mes después salió del hospital y ayer lo contó, junto al equipo de cirujanos que lo ha tratado y al consejero de Sanidad de Madrid, Javier Fernández-Lasquetty. A decir del equipo de especialistas, su evolución ha sido inmejorable. «A los diez días de la operación empezó a andar. Después empezó a dar pequeños paseos por los alrededores para acostumbrarse a su nuevo compañero, su corazón. Y pasado un mes, se fue a casa». Así lo explicó ayer Enrique Pérez de la Sota, el cirujano que lideró la intervención. Una operación que no sólo ha supuesto devolver a la vida a este paciente, sino también «la culminación de muchos años de trabajo y preparación» en el hospital madrileño.
Pero, ¿qué es lo que Pedro Antonio tiene en el pecho? Su nombre técnico es «dispositivo permanente de asistencia ventricular izquierda de flujo continuo». Se trata de un aparato hecho de titanio (un material que no provoca rechazo) que le ayuda a bombear la sangre a la aorta. El paciente mantiene su corazón que, aunque muy debilitado, hace las funciones del ventrículo derecho. En suma, el artificial es el que hace el «trabajo duro», como reconoció el paciente: «Mi corazón es artificial, el otro, pobrecito, sigue ahí, pero el que trabaja es el otro».
Un cable y dos baterías
Todo el dispositivo se encuentra dentro del cuerpo, y sólo un cable cruza la piel para conectarlo a una unidad de control, que funciona mediante la energía de la red eléctrica, o bien con dos baterías que le permiten una autonomía de unas doce horas. Es el hilo que le conecta a la vida.
El jefe de Cirugía del 12 de Octubre, José María Cortina, y el consejero se felicitaron ayer por el éxito. Para Cortina, es el fruto de el duro trabajo de los casi un centenar de profesionales a sus órdenes. Para Fernández-Lasquetty, es «un orgullo para la Sanidad madrileña». Lo cierto es que se trata de una operación pionera en España, aunque en Estados Unidos y en el resto de Europa ya se han implantado 6.500 de estos dispositivos. En nuestro país, hasta ahora, sólo se habían colocado corazones artificiales transitorios, empleados sólo hasta que llega un órgano vivo para un trasplante. También el primero de estos dispositivos se implantó en el 12 de Octubre, en 1996. Pérez de la Sota explicó que no se ha ahondado más en esta técnica porque en España, gracias al modelo de donación y trasplantes, es más fácil que en otros países acceder a un órgano.
El alto coste del aparato también es un factor a tener en cuenta: 90.000 euros entre el dispositivo y su mantenimiento. Sin embargo, de acuerdo con el cirujano, «hay que pensar cuánto cuesta el tratamiento de pacientes como éste, que sólo el mes anterior a la operación tuvo tres ingresos». Pedro Antonio ahora espera «que la Administración disponga de fondos para poner más».
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