España
Me ofende usted
Señor presidente Zapatero: me ofende usted. Su último discurso –«nosotros no provocamos la crisis»– ha colmado mi paciencia. Me siento insultada por sus palabras. Usted quizás no comprenda mi vergüenza ante su disertación, usted es gente principal, gente poderosa, gente «gorda» como se dice en mi tierra.
A usted, el número de parados se nota que no le afecta personalmente, que esa cantidad escalofriante es sólo un inconveniente cuya importancia pasará pronto: en cuanto se largue usted. Pero mire, cinco millones de parados son muchos; si hiciese una sencilla operación matemática se daría cuenta de que, al resto de los españoles, los que no somos usted y su familia y amigos (influyentes y poderosos), al resto de esa «ciudadanía» que usted ha convertido en nuevo proletariado, a nosotros sí nos toca de cerca al menos un parado de esos cinco millones. Ni siquiera hay que aplicar los «seis grados de separación», todos los españoles –excepto usted y sus etcéteras– tenemos a alguien a nuestro alrededor que está parado –amigo, familiar, compañero…–, y a muchos nos humilla oírle una y otra vez el mismo irresponsable, mostrenco y emético discurso: el de «yo no he sido». Ha tenido 7 años para hacer cosas, para arreglar cosas, pero desde el principio repite usted la misma cantinela: «el problema viene de fuera, que la solución venga de fuera también». ¿Creía usted que España era una cuenta de gastos a su disposición que no requería más que distribuir los montones de billetes y con la que se podía jugar a la ingeniería social? Los problemas le han venido a usted demasiado grandes. Usted no es un estadista. No sabe solucionar conflictos, sólo sabe crearlos. A mi alrededor, aumenta el número de personas desempleadas. Gente que, nunca en su vida, estuvo parada. Mientras, usted sigue con su discurso de la pureza socialista. Usted… ¡inocente, sin pecado concebido, mirando la miseria de España desde su altar moral socialista! Su irresponsabilidad es una desfachatez. Su ineficacia, una falta que no le perdonará la historia. Su discurso de «yo no he sido» demuestra que usted no está pisando el barro de esta situación, que sigue en lo único que sabe hacer bien: sobrevolar la realidad, producir ideología, gastar la pasta de nuestros impuestos en chorradas. Y alejarse años luz de quienes le votaron y a quienes ahora lastima usted con sus palabras.
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