Zaragoza

El edificio más renovable

Geotermia, energía fotovoltaica, colectores solares y un invernadero interior concentrados en una oficina que reduce hasta un 52 por ciento las necesidades energéticas de un inmueble convencional.

El edificio más renovable
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La responsabilidad social ha pasado de ser un término que sonaba a obvio –¿las empresas tienen obligaciones aparte de intereses económicos?– a llenarse de contenido profesional, cuyo máximo beneficiado, en bastantes ocasiones, es el medio ambiente. Intentar cotejar los resultados de contaminación de un hogar y una oficina resulta arbitrario y ridículo. Aunque las web de las empresas se han llenado desde hace unos años de actividades e iniciativas destinadas a seguir produciendo, pero minimizando la huella contaminante de su labor diaria.
Es lo que ocurre en el edificio de Acciona Energía a la afueras de Pamplona (municipio que acaba de ser premiado por su edificación «hacia cero emisiones» por la Federación Española de Municipios y Provincias). Hace unos tres años se levantaron sobre un solar de 5.000 m2 las oficinas que acogen hasta hoy las actividades en materia de energía solar y eficiencia energética. Una estructura que hace suyo su objetivo profesional, ya que funciona gracias a la acción del sol. La idea era reducir hasta un 52 por ciento las necesidades energéticas de un edificio convencional y hasta ahora «se ha evitado emitir cerca de 500 toneladas de CO2 a la atmósfera, lo que representa un efecto similar al que realizarían 25.000 árboles en un año», declara Luis Gordo, gerente de Acciona Eficiencia Energética.

El protagonista, el sol
Esta ahorro se debe a la combinación de soluciones constructivas de tipo bioclimáticas y un 48 por ciento al uso de energías renovables. De esta cantidad, el 11 por ciento se cubre con biodiésel. La caldera se alimenta con una mezcla producida por la propia empresa en otra sede, la de Caparroso a 60 km, a partir de aceite de soja, colza, palma y girasol, «destinada a complementar la energía solar cuando ésta es insuficiente. La caldera se alimenta unas cuatro veces al año», detalla Gordo.
Pero el que lleva la voz cantante en la producción eléctrica es el sol. Unos 260 m2 ocupados por 153 paneles fotovoltaicos en la fachada sur de 26,6 kW, más otros 204 m2 en la cubierta o 119 módulos de 21,5 kW, que lanzan a la red un total de casi 49 kilovatios totales. Para la climatización se instalaron colectores solares en el tejado del edificio en un área de 156 metros que cubren la demanda del calor, mientras que para la refrigeración se conecta a dos máquinas de absorción de 70 y 4,5 kilovatios.
El ahorro no responde sólo a una inversión tecnológica, el segundo secreto de este edificio son las medidas pasivas. Para empezar se cumple uno de los primeros requisitos de los nuevos parques tecnológicos, las zonas verdes. Sus cuatro plantas, garaje, almacén y dos de oficinas, ocupan sólo 881 m2 de parcela, menos del 20 por ciento del total de superficie. En este jardín, la vegetación de hoja caduca desaparece y aparece en función de las estaciones y el impacto solar. Además de la orientación, su forma compacta ayuda a reducir la pérdida de energía, algo que se multiplica gracias a una inteligente colocación de las ventanas.
En las fachadas norte y este éstas son mucho más pequeñas para que entre sol en invierno pero el calor no se escape. Al oeste no hay ninguna para que evitar el efecto de los atardeceres estivales, mientras que en el lado sur se montó un muro de enormes ventanales, que se alternan con paneles fotovoltaicos, capaces de actuar tanto de colectores de energía como de parasoles. Entre este muro y la pared un invernadero interior genera un flujo de ventilación, que se libera cuando es necesario por las compuertas situadas en la parte superior. En el centro del edificio, la luz natural llega al interior desde las claraboyas verticales o por el jardín acristalado.
Por si fuera poco, las oficinas se alimentan de la temperatura de la tierra. Son ocho tuberías de hormigón soterradas a dos metros bajo el jardín las que trasladan a la infraestructura aire a una temperatura constante, tanto en verano como en invierno, de 18 grados. Una red de suelos y techos radiantes se encarga de distribuir el frío o el calor por todo los despachos. Incluso, si lo que se pretende es calentar aún más el ambiente se puede hacer pasar por el invernadero.

Costes
Obviamente, la construcción bioclimática tiene un coste. La inversión se calculó como un 13 por ciento más elevada a la de un edificio convencional, pero desde Acciona esperan recuperarla a través del ahorro en las facturas en unos diez años. De hecho, parece que los resultados están gustando, ya que este tipo de soluciones se están expandiendo por las sedes de la empresa como la pólvora. «Entre los ya ejecutados podemos citar el edificio cero emisiones Milla Digital, en Zaragoza, los laboratorios ecoeficientes para la Plataforma Solar de Almería, un edificio de aulas para la Universidad de Deusto, una fábrica de paneles fotovoltaicos en Portugal y el edificio de control de la central fotovoltaica de Amareleja, también en Portugal», enumera Gordo.